Uno de los pueblos cuya idiosincrasia está más ligada a cierto espíritu de picardía es el tabasqueño. Como buena gente del trópico, cuenta siempre de más o de menos según el caso. Y hoy, México es gobernado por un tabasqueño muy típico, que ejerce su cargo a base de dichos, refranes y fábulas. De ahí surgen mentiritas como la rifa sin rifa, el aeropuerto sin vuelos o la refinería sin refinería. Hoy, surge una nueva convocatoria de mentiritas: tumbemos la Estatua de la Libertad sino liberan a Julian Assange. ¿Suena ridiculo? Lo es.