Las misteriosas fuerzas algorítmicas de Facebook, me recetaron este sábado muchas publicaciones sobre la inauguración de la llamada “primera fase” de la refinería de Dos Bocas. Salvo un par de ellas, las demás enfatizaban que la refinería entra en operaciones dentro de un par de años. Traducido al lenguaje político mexicano significa “quién sabe cuándo”. Con más o menos énfasis, se menciona una eventual autosuficiencia energética. No está mal como utopía, pero eso está por verse, con una “oposición” saboteadora no se pueden predecir fechas ni aventurar certezas.
Una de esas publicaciones me llamó la atención. Era un video de la senadora panista Xóchitl Gálvez donde despotrica contra la obra. La escuché por disciplina, porque a ella no le creo ni el Bendito. No me decepcionó. Dijo lo que se supone que debía decir, lo de siempre y en el mismo tono. La señora, y más como ella, representan la paradoja mexicana donde al oponerse legítimamente a un régimen, se le favorece. El insulto, la burla, y la negación predispuesta, acaban neutralizando toda crítica. Datos “duros” escalofriantes con fuentes vagas o ausentes, exabruptos irracionales, ninguneo contra personas, grupos y hasta clases sociales, son el sello normal de esta “oposición”. Eso nos deja indefensos, expuestos, y esperanzados a que esta 4T sea en verdad lo que dice ser, o nos llevará la chin… De la “oposición” esperamos lo que nos dieron cuando estaban en el poder: ¡nada!
La publicación tenía más de 3 mil comentarios, y decidí matar el tiempo revisándolos. Apenas pasé de 300, porque era obvia la tendencia y mi tedio. Todos repudiaban a la senadora. Como ya sé que se estilan mucho las “granjas de bots” (la “oposición” es pionera en esa actividad ciberagrícola), también revisé aleatoriamente entre perfiles más exaltados o aduladores a la 4T. De poco más de 150, unos cinco eran sospechosos, los demás estaban bien identificados, con contactos y actividad muy normal. Concluí que, en esta publicación y con un muestreo tan desmelenado, las reacciones son honestas (lo que, por supuesto, no garantiza que sean correctas).
Me preocupa que los ciudadanos no evalúan la crítica hacia el presidente López, Morena y la 4T. Están reaccionando contra el estilo de hacer política (¿?) de la “oposición”. Hay un hartazgo real por esa rabia apocalíptica contra el régimen, se profundiza la desconfianza contra quienes representan lo más corrupto de nuestro pasado y lo más doloroso de la injusticia social. En el supuesto que las críticas feroces fueran justas, no hay una propuesta social; hay, por el contrario, la amenaza de reivindicar un pasado que para los ciudadanos significa corrupción y desigualdad. No, en política no hay conversos, sólo reacomodos estratégicos, afirmaciones insustentables y autoelogios inverosímiles. Ninguna derrota electoral purifica a un partido.
¿López salva a México? No creo. Sí ha conmocionado al sistema político y a la sociedad. La sacudida pudo hacerse antes, por cualquier partido, para reivindicar el liderazgo social por encima del liderazgo político. No se hizo. Se desaprovecharon oportunidades para transitar hacia la igualdad, la justicia social y contra la corrupción. El divorcio entre López y la economía mundial inquieta sobre todo a quienes encadenaron la soberanía nacional al capital. Pero es un divorcio muy aparente. Para bien o para mal, López impone reglas, no las acata como se había hecho siempre. Eso es un bono a la popularidad. Desde la perspectiva del poder económico mundial, hasta un estornudo de López Obrador es disruptivo. Para el capital internacional, el menor logro de López siempre es una amenaza para un modelo que necesita gobiernos disciplinados y sociedades maniatadas. Cómo me recuerda a las “Guerras del Opio”. En el siglo XIX, empresarios ingleses, con el apoyo militar del Imperio Británico, impusieron al gobierno chino el libre comercio de ¡drogas!, y hasta le arrebataron Hong Kong para emplazar sus operaciones. Todo para lucrar con el envenenamiento legal de uno de cada diez chinos. El pensamiento actual de los grandes capitales es idéntico.
La “inauguración” de la refinería es cuestionable, pero no en los términos de la “oposición”. La bandera de las “energías limpias” no nace del altruismo sino de grandes inversionistas que las tratan de imponer en todo el mundo. El objetivo de sanar al planeta es bueno, pero el costo de esta “cruzada” ecologista es muy alto, lo pagamos todos y empobrece a muchos. El modelo no es el correcto, y la crisis eléctrica en España lo demuestra. Hasta la guerra en Ucrania expone la angustia de la OTAN y la UE no por los parques eólicos sino por los sucios ductos de gas y petróleo rusos. En México no debemos transitar a las “energías limpias” condicionadas por el capital extranjero y sus secuaces nacionales. Aunque lo hiciéramos, el costo de la transición sería exorbitante si tenemos a PEMEX en ruinas y dependemos de refinadores extranjeros. Con o sin Iberdrola y los rehiletotes y espejos de Arquímedes, tendríamos que importar refinados durante muchos años más. En este momento, el cochino petróleo no es un recurso prescindible para la economía mexicana.
Pero la soberanía energética y la economía no son temas urgentes para nuestra democracia. Lo grave es que la “oposición” sigue empeñada en generar una reactividad ciega, irracional y en términos incomprensibles para la mayoría de los mexicanos. La alianza opositora desfigura a los partidos, los descontinúa. Un voto por esa emulsión de partidos es un aval a un estilo de hacer política sólo concebible en una dictadura, una política que se aferra al control de las instituciones… como pasa hoy en Tamaulipas, en el PRI y en el PAN… Morena DEBERÍA ser la excepción. Dos Bocas apenas es una probadita de la precampaña hacia el 2024. Con la salvedad que la 4T sólo tiene un frente, esa mentada “oposición”; en cambio, la “oposición” sigue abriendo muchos frentes, con resonadores oportunos, pero sin respaldo popular. Se necesitan más de dos bocas para callar a López, y la alianza político-económica está afónica de tanto gritar contra el presidente en lugar de hablar con la gente. El exceso de ruido también ensordece. La estridencia de la “oposición” nos está dejando sordos e indefensos ante este y ante cualquier otro régimen. ¡Gracias “opositores”!, por nada.