Numerosos migrantes mueren en busca de pasar a terreno norteamericano. Mueren en el río, entre los matorrales o en la caja de un tráiler. Y mientras eso ocurre, funcionarios, polleros y policías mexicanos cuentan billetes. Pero lo más paradójico es que a fin de mes el Presidente de México hace cuentas y celebra las cifras de las remesas. La migración es tragedia para unos y negocio para otros.