Reynosa, Tamaulipas, sigue y seguirá siendo, un espacio sociopolítico en donde vemos y veremos las más diversas y más bajas expresiones de una clase política pragmática, de ideologías de plástico y obligados vínculos con el sub mundo fronterizo –contrabandistas, proxenetas, narcotraficantes, pistoleros y forajidos–.
Los momentos más estelares de la sociedad reynosense y de su clase política, ocurrieron en los años setentas. Miles de ciudadanos, salieron a las calles para reclamar a un monolítico PRI, apertura; bajo la bandera del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), y de singulares líderes populares –Baltazar Díaz Bazán, Oscar Ornelas, José Treviño Rábago, y otros– se convirtieron en dirigentes sociales y se ubicaron como precursores de la alternancia política en Tamaulipas.
Esos héroes cívicos, no llegaron a ser gobierno, justo porque otros advenedizos –Ernesto Gómez Lira, Amira Gómez, Ramón Pérez García, se transformaron en los beneficiaros de aquellas gestas ciudadanas– los desplazaron de los puestos de mando de la ciudad.
La derrota de esos personajes de la conducción del PARM reynosense –Díaz Bazán, murió de forma harto sospechosa–, sin duda selló el destino de un partido que se pervirtió cuando el pueblo más lo necesitaba.
Es muy probable, que ese punto de inflexión en la historia de la ciudad, haya signado parte de las cualidades éticas de ciertos grupos sociopolíticos de la ciudad.
¿O qué explicación racional, objetiva, se puede dar sobre los orígenes del gandallismo, del oportunismo y del raterismo de los núcleos parmistas, priistas y panistas que han administrado la ciudad?
Esa cultura de militancia pendular, inaugurada por los Gómez Lira y Pérez García, se incorporó al ADN de la clase política local. Como gobierno fueron fatales; como políticos, resultaron mayormente perniciosos.
Transformaron, el cambio de piel militante, en una acción tan normal como ética. No les incomodó, irse y regresar, y menos gobernar como los más relevantes priistas: al ahí se va, al troche moche.
No es una exageración, decir, que las actitudes de esos saltimbanquis, decretaron la muerte del PARM en la región…
…pero levantó a la vida, a una clase política sin pudor, sin recato, sin principios.
Una de las estirpes que mayores beneficios ha obtenido de esa práctica insana, es la de los Makyiavélicos. Militaron en el PRI alegremente mientras sus propiedades eran rentadas por los Ayuntamientos tricolores; se fueron al PAN, cuando le regalaron una regiduría, luego una diputación, una senaduría y una sub secretaría a la doctora.
Al momento que el azul, los soslayó –es decir: les regateó candidaturas– se marcharon a MORENA. En corto, mordió la mano que le tendieron con anterioridad dándole la candidatura a la alcaldía a su hijo Makyito. Meses más tarde, quiso regresar al PAN y ya no pudo; o ya no la quisieron.
Hoy Reynosa vive una severa parálisis de gobierno, prohijada por esa crisis de valores de su clase política cada día más pútrida.
¿Qué culpa tiene la sociedad reynosense?
Los Gómez Lira, Ramoncito y otros, no se han ido ni de la mentalidad, ni de la praxis de algunos políticos locales.
Faltan más líderes, como Baltazar Díaz Bazán, Oscar Ornelas y José Treviño Rábago.
Lo dicho: la historia, también está hecha de retrocesos.
¡Qué talante de políticos!
El pueblo exige ir hacia adelante –recordemos el 5 de junio– y algunos de sus políticos, insisten en ir hacia atrás…