“Todos los hombres nacen iguales, pero es la última
vez que lo son”
Abraham Lincoln
Terminas por aceptar que no es un tema de capacidad económica, porque por igual pobres y ricos se cuelgan de la luz o se roban el agua, en lo que finalmente es un perjuicio para el resto de los usuarios que sí pagan sus recibos así como la sociedad en general, más que para las empresas que manejan estos servicios.
Porque por igual el dueño de un rancho roba agua para hacer una presa y construir una granja para reproducir pescados sin pagar un centavo, que los posesionarios de cientos de colonias del área metropolitana simplemente rompen una tubería y van conectando acopladores similares a los “benjamines” de la luz y multiplicando las conexiones con mangueras que la mayor parte del tiempo están a ras de suelo y la vista de todos.
En Agua y Drenaje de Monterrey conocen bien las zonas en donde se ubican el mayor número de evasores, de los pobres y también de los ricos, de esos que llenan sus albercas y engañan con un “diablito” al medidor para que no reporte el agua que realmente consumen.
A los primeros no les cortan porque se meten en un brete político y a los segundos tampoco les cortan porque se meten en un lío de mil diablos. Total, que al final sólo queda la sufrida raza que paga su consumo al precio que se lo pongan (porque para eso son geniales) y al son de “o te aclimatas o te aclichingas” pagas porque pagas.
Hace unos días un amigo acudió a una sucursal de Agua y Drenaje a solicitar una aclaración, pero antes de ello hubo de pagar el monto total del recibo (obvio, a regañadientes porque para eso quería la aclaración), y tras una larga espera un empleado lo atendió, llegando a la conclusión de que la queja de mi amigo era válida, pero nada podía hacer, por lo que debían escalarlo a la encargada de la oficina la que sin preguntar y por sus pistolas se negó a recibirlo siquiera y mi amigo se quedó así, con varias horas perdidas y sin poder expresar su queja.
Hace no muchos años, cuando don Jesús Hinojosa dirigió AyD y que eran tiempos de jauja y había dinero en la empresa por sus buenos manejos, me tocó conocer de un programa de atención al cliente que resultó todo un éxito. Hoy lo que menos interesa es cómo tratan a sus clientes porque los tienen cautivos y repito, “o se aclimatan o se aclichingan”.
Pero más que los aparatosos operativos del Gobernador y compañía clausurando tomas clandestinas, las preocupaciones de nuestras autoridades deberían centrarse en ese robo hormiga o las mega-tuberías de los ricos en San Pedro; deberían resolver el tiradero de agua de los pozos someros recién abiertos que sí, ya los abrieron pero no los conectan y las permanentes fugas que padecemos.
Siguen esperando el milagro de la lluvia y hacen como que hacen en otras tareas. Así nada más no se puede.