El silogismo es falso: “si Morena lleva más de 20 gubernaturas, ganará de calle la elección presidencial del 2024”.
Les diré porqué es falso: en el 2018, Andrés Manuel López Obrador no contaba con gobernadores y casi no tenía estructura en los estados. Comoquiera ganó la Presidencia. Dicho de otro modo: cuando los votantes se lo proponen, los del poder no disponen.
Por supuesto, me podrán decir que AMLO es un garbanzo de a libra; una excepción histórica (esto lo afirman tanto quienes lo aman con todo su corazón como quienes lo odian con toda su bilis). Los perfiles que ahora se disputan Palacio Nacional, en cambio, serán a todas luces de menor calibre.
Empero, también pongamos en la balanza lo siguiente: el elector mexicano le ha sacado el gusto a cambiar de partido de una elección a otra. Ultimamente como que le encanta experimentar. O más bien se decepciona muy rápido de las siglas gobernantes. Esto no opera a favor sino en contra de Morena.
Y es que además, por primera vez se da en México un fenómeno extraño: hay lopezobradoristas que son anti-morenos. Simpatizan (¡vaya uno a saber por qué!) con el Presidente, pero detestan con todas sus fuerzas a Morena.
Antes no pasaba ese fenómeno.
No se podía simpatizar con Peña Nieto si no se era priista. Por más que quisieron convencernos de que uno podía votar por José Antonio Meade sin ser priista, casi nadie se la creyó. El propio Meade juraba y perjuraba que no era del PRI y la gente se reía en su cara.
Ahora que Morena esté gobernando una veintena de estados, ¿los electores de esas entidades se hartarán del partido del Presidente? Es una probabilidad alta. Lo cual perjudicará a la candidata de AMLO (que será Claudia Sheinbaum, ya lo verán), y beneficiará a la alianza opositora (porque el candidato-rival de Claudia saldrá de una alianza opositora, ya lo verán).
Si este escenario que yo llamo “de las preferencias pendulares” es cierto, el PRI sobrevivirá la próxima elección federal. Sin contar con que la mayoría de los candidatos de Morena, han sido y serán de extracción priista.
Tan evidente es esta jugada que si como dicen la guerra es la continuación de la política por otros medios, Morena es la continuación del PRI por otras vías. A las pruebas me remito.
De manera que es totalmente falso que el PRI sea el equivalente partidista de un dinosaurio. Dichos animales prehistóricos no supieron adaptarse a nuevos entornos; por eso se extinguieron.
El PRI, en cambio, es un experto consumado en mutar para sobrevivir.
Podrá cambiar su cabellera tricolor por una de fuerte tonalidad guinda. Pero el color del tinte es lo de menos, con tal de que agarre bien. Eso lo sabe cualquier estilista del montón.