Detrás de cada sufragio, antes de emitir o cruzar, la sombra del narcotráfico ya hizo su trabajo.
Las viandas de domingo por la mañana. El estipendio para beneficiar al candidato de izquierda, cuadro formado en el PRIANRD o en las luchas sudamericanas en la sabana de García Márquez.
Tan parecida la elección de Tamaulipas o en el colorido colombiano, manejan un sinfín de elementos comunes.
Salvo la segunda vuelta de los cafetaleros, el don dinero, sale de los bolsillos de los empresarios ligados a las empresas fantasmas. Muchas de ellas afincadas en zonas mexicanas. En el corredor del norte. Al lado del mayor consumidor de estupefacientes del mundo.
En México y Colombia, el resultado es idéntico. Cada uno de los estados, la maquinaria social y de clientes al servicio, legitiman la apariencia de elecciones libres y democráticas.
En las últimas horas del domingo 5 de junio celebran y levantan las manos de los triunfantes. En gobernación de México se asiente la solidez de la 4T.
Colombia sube a la ola de países del sueño bolivariano. Justo antes de la cumbre de las Américas.
Las agendas comunes de México y Colombia no son tan dispares o descabelladas. Se aceitan con el dinero y la sangre, de uno y otro.