Hace tiempo que cavilando tuve la seguridad que el presidente López perdería la razón, la congruencia y la cordura, no podría ser de otra forma. Otro personaje que estaba convencido que pudo haber escalado y vencer la escapada de la demencia es el paisano de Agualeguas porque su coeficiente intelectual igual que el “Cocodrilo” de Palacio Nacional rayan en lo brillante, pero no con eso acepto que su perversidad, que es mucha, sería para hacer el bien, todo lo contrario, pero tal vez a Carlitos Salinas le faltó tiempo o imaginación, a este, ¡no!
Para estar a tono con la Semana Santa y la de Pascua, me fui de espaldas cuando escuché la barbaridad que se aventó López en su visita a las Islas Marías cuando salía de su Palacio Nacional promocionando el antiguo palacio del terror como era considerada la prisión que por allá de los cincuentas una novela de radio, la más oída del momento “Corona de lágrimas” donde a Prudencia Griffel le meten a un hijo al bote por un robo yendo a parar a las famosas islas. Mi madre y todas las de la época requerían de sabanas para poder secar el llanto por lo triste de la historia.
Pues la perversidad del “Cocodrilo” no tiene límite y orondo dijo que visitaría las islas dando fe a una obra que transformó y convirtió el infierno en paraíso; “que solo cuando se es mesías se puede lograr”. Cambiar el negro panorama en un mar azul y una maravilla natural pero solo cuando es casi dios. ¡Aunque usted no lo crea! ¿Pues qué tiene este alucinado enviado de Dios Nuestro Señor?
Claro que una ventisca de inteligencia le hizo agregar un adendum al discurso -aunque ya el daño estaba hecho- diciendo que el pueblo bueno y sabio es como el mesías, pero naturalmente que cuando habló del hijo del hombre, se refería a él y solamente a él.
López está demente y lo peor del caso es que como buen líder mesiánico de feria pueblerina, es tan peligroso que es capaz de abrir el mar y cambiarlo de color. Sus derrotas las transforma en victorias pírricas y sus fracasos los bautiza con otros datos, todo se vale, hasta la exageración, los barbarismos y las sandeces, pero ahora sí rayó en lo vulgar y lo estúpido, con sentirse rey de reyes que se le hace chiquito el mar para echarse un buche de agua.
¿Qué pasará por la mente tan enferma de este pobre mortal que es capaz de todo? Pero bueno, es tiempo de reflexión y hay que poner la otra mejilla, solo que no nos pida que nos pongamos de cúbito dorsal ofreciendo nuestra anatomía porque va a ser muy doloroso, además de vergonzante, que al paso que vamos no creo que estemos muy lejos.