Vamos a explicar la psicología de algunos gobernantes. Y al mismo tiempo describo ligeramente ciertas actitudes del presidente López Obrador.
El complejo de quienes se creen expertos ha sido estudiado por la neurociencia y puede sintetizarse así: quienes desconocen un tema, tienden a creer que son exageradamente buenos en esa materia.
Lo peor es que el gobernante inventa sus mejores historias sobre asuntos que conocen mal o mediocremente.
Basta preguntar a AMLO sobre las causas y la solución de la crisis económica, el desempleo, el rezago social, la desigualdad global, etcétera, y nos darán una cátedra. Difícil reconocer que se desconoce el tema.
La mayoría de nosotros sobreestimamos nuestras propias capacidades. Los mismos políticos como AMLO se autovaloran como administradores públicos natos, a quienes no les preocupa carecer de formación profesional: a ellos les basta ser intuitivos y tener «sensibilidad social».
Ahora bien, este fenómeno psicológico no es privativo de AMLO: la mayoría de los seres humanos somos tremendamente optimistas acerca de nuestras propias capacidades y tendemos a valorar a los demás en términos más negativos a lo que justo y objetivo. Podemos ser muy malos en algo y no tener las herramientas adecuadas para darnos cuenta de ello.
En suma, si alguien no sabe de un tema, difícilmente se dará cuenta.
¿Cómo hacerle ver entonces a AMLO esta falta? En teoría, con entrenamiento lógico y científico para que sea capaz de evaluar su manejo personal.
El pensamiento crítico lo usamos mucho para estudiar superficialmente el conocimiento de los demás pero poco para evaluarnos a nosotros mismos.