A mi no me vengan con el cuento ese
De que la ley es la ley. No.
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.
5 de abril de 2022.
Para las letras de oro.
Debo repetir que las encuestas de opinión y de preferencias sobre personas o productos merecen todo mi respeto, pero que no les concedo mérito alguno para establecer diagnóstico o emitir pronóstico sobe si Acción lava mejor los trastos que Vel Rosita, si México se encuentra en la mayor crisis institucional de la historia, o si estaríamos mejor con López Obrador. Sus propios autores dejan en claro que están haciendo un estudio de pequeñas muestras de un colectivo mayor para, en base a sus resultados proyectarlos exponencialmente al colectivo analizado.
Reconozco, sí, la utilidad de estos instrumentos para obtener una instantánea del posible humor pasajero de algunos grupos o de ciertas tendencias conductuales que, a su vez, suelen ser modificadas cotidianamente por la influencia de factores externos, mayormente la información difundida en los medios de comunicación. Precisamente por esta última característica los fabricantes de jabón de baño y de candidatos políticos citan los resultados de estas mediciones, obviamente cuando le son favorables a su detergente o a su abanderado. Cosa que sucede, invariablemente, cuando han sido ellos mismos los patrocinadores de las encuestas, de manera abierta unas veces, encubierta otras.
Afirmado lo anterior me refiero a la más reciente encuesta de una empresa seria, que se llama GEA, por Grupo de Economistas y Asociados, que ya tiene tiempo en este campo, precisamente porque sus resultados coinciden con mi manera de pensar.
Para empezar por el final anoto que estos resultados se basan en 1,070 entrevistas registradas en vivienda, de las tres mil trescientas sesenta y cinco que se intentaron realizar, en 107 distritos electorales del país, diez viviendas por sección.
Se advierte inevitablemente en los resultados el principal logro del presidente López en sus tres años de ejercicio en el poder: haber polarizado la opinión pública del país. Los mexicanos estamos rabiosamente en favor del líder o radicalmente en contra; no hay medias tintas. El juicio predominante sobre su trabajo como presidente arroja un 45 por ciento a favor y un 51 en contra.
Margen cerrado, no hay duda. Pero, como todas, la encuesta también muestra tendencias. En marzo del 2021, el 60 por ciento pensaba que México iba en el rumbo correcto. Este año, mismo mes, sólo el 36; hace un año, el 71 por ciento de los encuestados aprobaban como persona al presidente López. Un año después ese índice baja a 58. La desaprobación del presiente subió de 25 por ciento a 51 en un año, y la mayoría de los mexicanos consideran que el presidente debe ser aprobado “por sus buenas intenciones”. Por resultados, sólo el 18.
Lo que debe atenderse con prioridad es, según la encuesta, muy ilustrativo: en un 68% los temas del bolsillo. Crecimiento, empleo, inflación, pobreza y salarios dejan con un pobre 29 los asuntos de educación, salud, seguridad y corrupción. Finalmente, la pregunta sobre la revocación del mandato del domingo refleja muy bien al ladino encuestado mexicano, que nunca dice la verdad al encuestador. Según este documento, el 81% de los encuestados dice que “probable o seguramente” irá a las urnas, frente al 17 que afirma que segura o probablemente no vaya.
Vaya, vaya.
PILÓN PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Aquí en Nuevo León, en lo único que no se equivoca el joven gobernador miedático del Estado es en que su retrógrada propuesta de nueva Constitución del Estado solamente ha sido aprobada por los levantamanos el Congreso estatal. Los que queremos conservar en libertad y sin multa el derecho a no estar de acuerdo con él y desobedecer sus órdenes debemos meterle mano al texto, por ejemplo en el tema del aborto, para evitar desmanes del jovenzuelo.