En 1833, México se vio inmerso en conflictos políticos y de guerra, debido a la llegada al poder de Antonio López de Santa Anna, quien, con el propósito de combatir a tropas sublevadas contra su gobierno, dejó en el poder a Valentín Gómez Farías; éste impulsó reformas que afectaron los intereses del clero católico y de grupos económicamente poderosos.
Las convulsiones se acentuaron, la ya latente división entre federalistas y centralistas condujo a la forja de dos corrientes políticas: Liberales y conservadores. En este tiempo de desamor, se desató la espantosa epidemia del Cólera morbus.
El uso político de la epidemia no se hizo esperar: “La Iglesia encontró su mejor arma para combatir a los liberales, azuzando a la sufrida población en contra del gobierno. El clero denunciaba al gobierno como resuelto a destruir la religión y las funciones religiosas -escribió Justo Sierra-, el castigo del cielo era evidente, aquel gobierno impío atraía sobre la República las calamidades supremas”.
Trágico fue 1833, la terrible enfermedad se extendió causando innumerables muertes. La también llamada peste negra invadió a los pueblos fronterizos de Tamaulipas y de allí se propagó a Nuevo León; para el 20 de agosto, la población fue declarada en estado de alerta y emergencia. Las víctimas fallecían cinco horas después de presentarse los primeros síntomas de la enfermedad.
Las autoridades dictaron medidas extremas para evitar la propagación y “en la creencia de que la fruta era un medio de transmisión del mal, se ordenó que se decomisara y destruyera; que no se mataran reses y otros animales dentro de las poblaciones, hasta se llegó a prohibir la venta de licores y los bailes después de las diez de la noche”.
Murieron cientos de personas, otras fueron sepultadas en estado agónico. Nuevo León tenía 21 mil 118 habitantes, de los cuales murieron 4 mil 741, casi la cuarta parte de la población. Muchas personas abandonaron los pueblos, emigrando a los ranchos vecinos, donde algunas lograron salvarse del terrible azote llamado el “Cólera Grande”, por el gran número de víctimas que causó. La misma epidemia se presentó en el Estado, en el año de 1849, y fue llamada el “Cólera Chico”.