En México los juegos más llamativos de las ferias de pueblo son los que ofrecen premios a cambio de atinar al blanco, al negro, a los patitos o a los globos. Con dardos, pelotas o rifles de aire con pequeñas municiones, es contagiosa la alegría que nos causa haber pagado unos pesos por la alcancía de yeso que cuesta centavos, pero en fin.
Los patitos no se mueven de la fila pero derribar los necesarios para llevarnos un peluche nos gasta el bolsillo, pero tampoco importa. Tirar los dardos a los globos nos hace creer que el globo reventado es la cara del jefe que nos trae azorrillados y que a partir de las primeras horas del lunes volverá a la carga en contra de nuestra paciencia.
Pero el juego favorito por su simbolismo es el de lanzar la bola, golpear al timbre y derribar al fulano vestido de payaso, mimo o negro que sentado en un columpio oscila peligrosamente sobre un barril lleno de agua. Que alegría es verlo caer, prácticamente indefenso, y escuchar la risa de todos.
Pues eso más o menos esta por ocurrir a la vida política del pobre de Emilio Chuayffet que vestido de mártir (payaso, mimo o negro) está por caer al barril de la ignominia ajena.
Cientos de miles de pelotas, algunas ensalivadas tramposamente, le han sido lanzadas desde el primer día en que aceptó el encargo al frente de la Secretaria de Educación Pública. O le entró al juego conociendo el final o lo engañaron como a un chino.
No creemos que haya sido engañado un señor con tantas tablas políticas, sobre todo que no es la primera vez que le toca el papel del bobo de la historia o bailar con la más fea, miren que Emilio tiene su historia. Seguro fue designado para torear a los profes, debido a su “saque as” discursivo y a su decisión de solventar ese triste papel, pero sobre todo que su apegada disciplina le permitirá seguir teniendo las consideraciones especiales que da la vida política priista, según cuentan la historia.
Los rasgos más significativos y elocuentes de nuestra aviesa conducta son precisamente lanzar la pelota, esconder la mano y reírnos como locos del dolor ajeno.
Lo terrible de nuestra conducta es que queremos bucear en el océano de la reforma educativa pero por encimita, sin profundizar, somos, en el mundo, los primeros buzos en aguas someras.
Si seguimos viendo que Chuayffet o alguien más debe encabezar la SEP, ¿Usted sabe cuánto tiempo nos llevará definir los contenidos del proceso docente o, más bien, el plan académico que necesitan los programas educativos básicos para que el resultado sea en beneficio de nuestros hijos?
Y si a nuestra apuesta de que don Emilio Chuayffet se quede o se vaya agregamos el enorme interés ($$$$$$) de muchos funcionarios, políticos y grillos magisteriales, llenamos el escenario de distractores o lo que es lo mismo, ESTAMOS CEGADOS FRENTE AL ÁRBOL SIN QUERER VER EL BOSQUE.
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Lo más llamativo de la información del fin de semana fue el desfile del orgullo gay, la recuperación del presidente Enrique Peña de una intervención de emergencia y la pobre exhibición del TRI contra Costa Rica en Florida.
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Le recomendamos que esté muy pendiente de la ola de declaraciones de la cúpula católica, en torno a los encubridores de sacerdotes pederastas, que llenaran los tiempos de radio y TV y las páginas de los medios esta semana.
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Y por favor ya no hagan enojar al Presidente Peña, lo vana amatar de un coraje.