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El INEGI debe hacer público hoy jueves el pronóstico mejorado del crecimiento económico de México para el cierre de este año. Luego de la lluvia de amargos augurios, hasta la poco confiable OCDE adelanta un rostro menos pesimista que disguste menos al inquilino de Los Pinos. Pese a esos sueños de algodón de azúcar, lo cierto es que a los mexicanos nos espera un año harto difícil para el bolsillo colectivo de la Nación y para las cuentas individuales de cada uno de nosotros.

La desaceleración económica está a unas décimas de convertirse de estancamiento en retroceso, esto es en números rojos. Los golpes del paquete de incrementos fiscales los comenzaremos a sentir dentro de siete semanas, justamente después de la fiesta de Reyes y es totalmente previsible que el capital local y foráneo piense dos veces antes de poner una su dinero en una inversión siquiera a mediano plazo.

En ese triste panorama se da el cambio en la dirección de la Reserva Federal de los Estados Unidos, el banco central del país más importante del mundo. Janet Yellen, hasta ahora vicepresidente de la Reserva, subirá el escalafón. Lo más importante es que, al sustituir a Ben Bernanke, la señora Yellen ya anuncia con énfasis que nada va a cambiar en la conducta financiera de su país. Esas son noticias malas para la economía de los Estados Unidos; paradójicamente, son buenas noticias para México. Vamos a ver: la Reserva está manteniendo a flote a la economía norteamericana a base de estímulos monetarios y tasas bajas de interés.

Precisamente los intereses bajos ocasionan que los capitales de cualquier país emigren a economías donde los rendimientos sean mayores. Al mantener, al menos durante 2014, las tasas de interés a su novel bajo y los estímulos vivos, los dueños del dinero no tendrán que sacar sus dineros de nuestro país para buscar mejores tasas en el Norte. Si se fueran, las consecuencias para México, su desarrollo, su economía y su misma estabilidad serían funestas. El ánimo golpeado de los empresarios no conducirá de manera alguna a la generación de nuevos empleos, por más que el IMSS acuda cíclicamente con sus cifras de altas en el Instituto cuando la sombra del desempleo crece: siempre hay una estadística para maquillar una realidad ingrata.

El rumbo definido para la economía  de los Estados Unidos es un paliativo a nuestra crisis; pero un alivio muy temporal. A más tardar en el año 2016 o en el crucial año de elecciones mexicanas del 2015, los incentivos van a retirarse, eso es cosa cantada. Igual lo es la elevación de las tasas de interés en los Estados Unidos, y en consecuencia el regreso a casa de los capitales que buscan solamente el refugio donde mejor los traten. Ahí comenzaremos a ver en serio y cara a cara la crisis económica que Felipe Calderón le heredó al gobierno priista.

Por el momento, los genios financieros de Videgaray le han apostado al endeudamiento, de la misma manera que muchos mexicanos –dicen que el veinte por ciento sobre la cifra del año pasado- le apostaron a las compras a muchos meses durante el Buen Fin.

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