Actualmente se discute la Reforma Político- Electoral en el Congreso; en ella, se ésta fraguando ésta figura electoral propuesta por el PRD y PAN, quienes buscarán, en esa segunda vuelta, sus alianzas que han venido usando durante varias campañas para gubernaturas, con el propósito UNICO, de derrotar al PRI. Me los imagino gritando plañideramente: “hay qué evitar que el PRI se eternice otros 70 años en el poder”, sin importar la preparación o las buenas cualidades del Candidato.
Hay asiduos a las llamadas “redes sociales” que se prestarán para llevar a buen puerto dicha campaña. Los nombres y las ideologías no importan; mucho menos las cualidades de los contrincantes en esa búsqueda segunda vuelta electoral. En caso de perder, buscarán la eliminación del PRI; es ahí donde descargarían su odio por haber perdido.
Hace dos años fuimos testigos de esa absurda alianza que llevó a las gubernaturas en Oaxaca, a Gabino Cué; en Guerrero, con Ángel Aguirre; en Sinaloa a “Malova”, y en Puebla, con Moreno Valle, donde los favorecidos por tan absurda alianza, excepto éste último, han presentado escasos avances en el ejercicio del poder; hoy navegan, perdidos, en los mismos vicios que acostumbraban criticar cuando eran oposición. Pero eso no redundará en una reflexión positiva de su parte. El Congreso deberá anular ese perverso proyecto que se busca con 7 años de anticipación. Sus alianzas para elección de Gobernador, han redundado en ineficacia e ineptitud y – a veces – en peor manera de gobernar que sus contrincantes del PRI.
Sin embargo, el agua y el aceite insisten, de nuevo, en ayuntar. Conozco gente que daría su vida porque no sucediera un segundo triunfo del PRI en la Presidencia. Los veo rasgándose las vestiduras para lograr su caída, sin importar la calidad del candidato (a). Resultaría anti patriótico que triunfara la asonada política para llevar al poder a alguien por contubernio.
Vendría en seguida la búsqueda de posiciones previamente negociadas.
Sabemos de sus divisiones surgidas en sus elecciones internas. Las tribus en el PRD, los corderistas, los calderonistas en el PAN; los “chuchos” versus AMLO, y una gama heterogénea y ambigua que los envuelve y distorsiona; no sería provechoso para el País que llegara un Presidente cargando tan pesado lastre.
La política se debe desarrollar en un ambiente claro, sin distorsiones, sin fobias ni filias. Bienvenidos los partidos a las contiendas electorales, pero sin esa carga onerosa que los ha abollado. No es sano que llegue un Presidente producto de un chantaje, o un acuerdo cupular; sería muy peligroso que no llegara con la convicción ideológica que significan los partidos.
Si en México hubiera sólo dos partidos, bienvenida esa segunda vuelta que sería beneficiosa, para que llegue alguien con más del 50% de apoyo popular.
Pero, en nuestro caso, sería como meter un chivo a una cristalería.