Hossana por Francisco, el Papa jesuita que me obliga a reconocerlo por sus insólitas palabras.
Dijo algo que nunca creí: que reinaría en “una Iglesia pobre, dedicada a los pobres” (sic)
A pocos meses de su exaltación al Trono de Pedro, empieza a verse su manera de gobernar; desea cumplir su palabra; tenía qué hacerlo, porque la Institución que rige está colmada de burócratas que a diario atiborran al Papa con “sabios consejos” .
Concedió una entrevista para una revista italiana, haciéndonos ver que reinará en una Institución moderna; ausente de falsos tabús y viejas maneras de encapsular a su Jefe.
Habló de una Iglesia que se dice “santa”, pero que trabaja para sus fines vaticanos, en vez de dedicarse a sus creyentes. Por fin, un Papa se atreve a encarar a la poderosa Curia Romana; reformando su Iglesia conforme vaya afianzándose.
Acaba de nombrar a 8 cardenales para que integren su círculo confiable y contable; en adelante se apoyará en los concejos de éstos, empezando por las finanzas de una Iglesia manejada por gente sólo trabaja para el Vaticano; “hay qué desbaratar ese narcisismo egocéntrico que tanto daña”. Además criticó a la Curia, al referir: “es la lepra del Vaticano”(sic)
Existe una maligna intromisión de burócratas, a quienes Bergoglio se empeñará en deshacer.
Es valiente; recordemos las sospechas de que Juan Pablo I, fue asesinado por querer enmendar.
Hay sospechas de que en el Banco Vaticano (Instituto para Obras de Religión) hay manzanas podridas, y algunos gay, cuya presencia no puede seguir.
La Curia Romana significa un pesado fardo para los papas; de ahí la sorpresiva dimisión de su antecesor, Ratzinger, quien, con sapiencia y buenos deseos – por supuesto sin la intervención del Espíritu Santo – logró el nombramiento de Bergoglio.
En la entrevista mencionada habla “sin pelos en la lengua”; dice al mundo católico que en adelante gobernará para ellos (mil millones de fieles), “no para el Vaticano”; tratará de quitar ese egocentrismo que tanto ha dañado a una institución llena de misterios, además de inescrupulosos duendes de la Curia Romana, que ahoga – con sus criminales tentáculos – la Institución.
La Comisión formada por esos cardenales se encargará de reformar al Banco, transparentando los fondos con que cuenta; por lo pronto, el IOR publicó algo que no hacía desde su fundación hace 125 años: declaró públicamente el estado de sus cuentas; en adelante tratará de seguir informando a sus 18 mil clientes, del estado que guarda dicha empresa vaticana.
Desde ahora, el Banco Vaticano será revisado por esa comisión de cardenales dispuestos a reformarlo, obedeciendo la nueva política instaurada por Francisco. ¡Hossana!