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Venden libros por kilo

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La escena se repite en el Mercado de San Fernando, Lavapiés, Madrid, y cada vez sorprende menos: una romana digital pesa un montón de libros en uno de los puestos. Se trata de La Casquería, una librería que vende libros al peso.

«Es una idea bien sencilla: vender libros al peso y todos al mismo precio, las consideraciones literarias sobre el valor de un libro u otro son cosa de quien lee», explica Jose, una de las seis personas implicadas en este proyecto.

El precio fijado es de diez euros el kilo de libros, un céntimo el gramo, «un precio que consideramos justo y que establecimos tras un arduo debate, ya que no había experiencias previas con las que comparar».

De momento, y es su intención, no lo han variado desde hace un año y medio cuando cuando abrieron las puertas de esta peculiar librería con el objetivo de facilitar el acceso «a la cultura de una forma barata».

La relación con los habituales del mercado «es muy gratificante, la gente pasa por la librería después de comprar la carne o el pescado y se para a mirar los libros. Hay quien compra, lee y luego los devuelve».

Ésa es otra de las metas de La Casquería, la circulación del libro en tanto que objeto con valor de uso más que de cambio. La librería se surte de donaciones, material que de otra manera acabaría seguramente en la basura y que así revive.

El público que se acerca a la tienda «es heterogéneo: las señoras y señores que vienen al mercado, gente del barrio, algún turista y gente que viene de lejos porque ha escuchado algo y quiere verlo».

Y lo que localizan son «obras difíciles de encontrar o que resultan caras». La semana pasada, comenta Jose, una señora «se llevó nueve kilos y medio de libros».

Una línea de negocio inesperada ha sido la de proveer libros como material de atrezo para teatros y productoras de televisión.

Con estos ingresos han conseguido un salario mensual estable, que se reparten entre las tres personas del colectivo desempleadas. Sí, trabajan seis en turnos y cobran tres. Apoyo mutuo.

El espacio del Mercado de San Fernando, no previsto inicialmente como localización del proyecto, ha acabado siendo el marco perfecto para La Casquería.

«Era un lugar amenazado por las políticas municipales, con sus planteamientos de convertir los mercados en supermercados».

De hecho, explica que en 2012 una gran superficie pagó para que los comercios del mercado cerraran, en una maniobra que no fructificó pero sí posibilitó, paradójicamente, que varios proyectos similares a La Casquería desembarcaran allí para insuflar nuevos aires a este espacio.

Fuente: Qué

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