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Dilma se fortalece enfrentando a EU

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La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, anunció este miércoles la «postergación» de su visita de Estado a Washington programada para octubre, a raíz de las denuncias de espionaje supuestamente realizado por el servicio secreto de Estados Unidos.

La decisión fue anunciada en una nota oficial divulgada por la presidencia brasileña, en la que se explica que fue tomada de común acuerdo con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

«Las prácticas ilegales de interceptación de las comunicaciones y datos de ciudadanos, empresas y miembros del Gobierno brasileño constituyen un hecho grave, que atenta contra la soberanía nacional y los derechos individuales, y es incompatible con la convivencia democrática entre países amigos», afirma el comunicado.

La nota indica que «teniendo en cuenta la proximidad de la programada visita de Estado a Washington -y en ausencia de una investigación de lo ocurrido, con las correspondientes explicaciones y compromiso de cesar la interceptación- no están dadas las condiciones para la realización de la visita».

El comunicado agrega que, «de esa forma, los dos presidentes decidieron postergar la visita de Estado, pues sus resultados no deben quedar condicionados a un tema cuya solución satisfactoria para Brasil aún no fue alcanzada».

Dice además que «el Gobierno brasileño confía en que, una vez resuelta esta cuestión de manera adecuada, la visita de Estado ocurra en el más breve plazo posible, impulsando la construcción de la sociedad estratégica (con EE.UU.) a escalones aún más altos».

La visita de Rousseff a Washington, programada para el 23 de octubre, estaba considerada un hito en la relación entre los dos gigantes de las Américas, lo que llevó el presidente Barack Obama a llamar este lunes por teléfono a su par brasileña, para reiterar la invitación.

Tal como recordó en mayo el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, sería la única visita brasileña de Estado prevista para este año en la capital norteamericana, con un programa que incluiría una cena de Estado, uno de los máximos -y raros- honores que se concede en Estados Unidos a un mandatario extranjero.

Durante una visita a Río de Janeiro, Biden destacó que la decisión de elevar la visita de Rousseff al más alto nivel existente en relaciones diplomáticas bilaterales era un reflejo del deseo del gobierno de Barack Obama de iniciar «una nueva era» en las relaciones con el gigante sudamericano.

Los buenos propósitos, sin embargo, no fueron suficientes para deshacer la seria crisis en las relaciones entre Brasilia y Washington que estalló después de las revelaciones de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) norteamericana a ciudadanos en territorio brasileño, a la petrolera Petrobras y a comunicaciones de la propia Rousseff.

Las denuncias publicadas por la prensa local en base a documentos filtrados por el ex consultor del servicio secreto estadounidense Edward Snowden generaron honda indignación en el gobierno brasileño, que calificó de «inadmisible e inaceptable» el monitoreo de los contactos telefónicos y por e-mail de Rousseff con sus asesores.

El malestar se agravó después de que se reveló que el espionaje también alcanzó a Petrobras, la empresa más importante del país y responsable del descubrimiento de gigantescas reservas de crudo y gas en aguas ultraprofundas de la llamada capa pre-sal del litoral brasileño.

Fuente: La Tercera

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