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Imposible ganar sin doparse: Lance

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Lance Armstrong no sólo aceptó doparse durante la mayor parte de su carrera sino que detalló las sustancias consumidas y métodos para ello: EPO, Testosterona, hormonas del crecimiento, Cortisona, transfusiones de sangre. Y en su momento no sintió que estuviera mal.

“Y eso es aterrador”, confesó el ex ciclista durante la entrevista ante Oprah Winfrey que se grabó hace un par de días pero cuya primera parte se transmitió la noche de este jueves alrededor del mundo.

El ganador de siete títulos del Tour de Francia, de los cuales ya fue despojado, reconoció que era imposible ganar esas carreras sin consumir sustancias prohibidas y que doparse era como llenar botellas de agua o inflar de aire las llantas.

“Es muy tarde (para confesar) y es mi culpa. Fue una gran mentira que se repitió muchas veces”, aceptó.

-¿En tu opinión, es humanamente posible ganar el Tour de Francia sin doparse por siete ediciones consecutivas?-

“No en mi opinión”, respondió para luego señalar que fue a mediados de los noventa cuando comenzó su historia de dopaje, el cual le llevó a ganar los títulos del Tour de 1999 a 2005.

Felizmente casado, leyenda del ciclismo y del deporte a nivel mundial, Armstrong se calificó como un mito que no era cierto, que derivó en una mala y tóxica historia cuyo contenido estaba lleno de falsedades.

Sin embargo, reconoció que sus dopajes fueron el resultado de un programa inteligente, profesional, preventivo porque siempre consideraron las consecuencias de ser descubiertos, aunque no el más sofisticado.

Cuestionado si el doctor Michele Ferrari, considerado el “genio del dopaje”, fue el cerebro de ese programa, Armstrong se negó a calificarlo como tal, aunque aceptó que asociarse con él en 1994 fue una imprudencia, como muchas de las que cometió en su carrera.

Por ello, aseguró que nadie lo obligó a tomar decisiones y cometer tantos errores. En ese sentido, también evadió asumirse como quien empujaba a sus compañeros a tomar sustancias dopantes, aunque aceptó que al ser el líder del equipo e incluso Director General, era un mal ejemplo por el que sus colegas podían sentirse orillados a actuar como él.

PRUEBAS BLANDAS

Una de las razones por las que nunca dio positivo al momento de los exámenes antidopaje se debía a que durante la época en que comenzó a ganar no se realizaban pruebas para detectar sustancias como la EPO.

Además, mencionó que antes no era común ser sometido a pruebas fuera de competencia, situación que cambió con el pasaporte biológico, un registro de los niveles de sustancias en el cuerpo de los atletas de manera anual que consideraría como dopaje cualquier anomalía.

LIMPIO TRAS SU REGRESO

Seguro de ser una de las personas con menos credibilidad en el mundo, aseguró que lo único cierto en su historia es que no se dopó en su regreso al ciclismo, luego de retirarse en 2005 y volver en 2008 tras superar un cáncer testicular.

También aceptó que de no haber regresado quizás habría salido impune porque fue durante sus últimos años de carrera cuando las verdades comenzaron a salir a flote, en buena medida por las confesiones y acusaciones de sus coequiperos. Por ello, reconoció arrepentirse de haber regresado al deporte.

Durante su enfermedad adoptó una actitud despiadada y decidida a superar el cáncer a costa de lo que fuera. Esa filosofía la trasladó al ciclismo a partir del 2008, cuando quiso controlar todo y a todos, razón por la que en los últimos meses todavía demandó a quienes lo acusaban, aun él estando seguro que sus adversarios decían la verdad. Y así, se asumió como un «bravucón».

LAS GANAS DE GANAR

Cuestionado por la circunstancia que le llevó a doparse y mentir durante tantos años, Armstrong consideró que el origen de la historia estuvo en su deseo inflexible de ganar, lo que más allá de la razón se convierte en un defecto.

-¿No sentías que estaba mal lo que hacías?-

“No”.

-¿Te sentías mal sobre eso?”-

“No, y eso es aterrador”.

-¿Sentías que estabas engañando?-

“No, y eso es más aterrador”.

Como para quitarse un peso de encima, el ex ciclista aseguró que hoy era más feliz que ayer, a pesar de que era consciente de que muchos de sus allegados, a quienes acusó de mentirosos tras acusarlo de dopaje, nunca lo perdonarían.

«Y lo entiendo», asumió.

Fuente: Medio Tiempo

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