El ingenio de los zares del transporte no tiene límites. Como era de esperarse, y en las fechas previstas, los empresarios del Transporte, agrupados en una Comisión Estatal del Transporte en donde los usuarios están poco y mal representados, se autorecetaron un aumento en las tarifas. Eso sí, haciendo gala de imaginación, no le llaman aumento sino “deslizamiento”, y lo equiparan a otra medida económica ya vigente en el precio de las gasolinas, al que conocemos como “gazolinazo”. Así, en justicia, el aumento debería llamarse también “tarifazo”.
Pero vayamos por partes. Desde hace tiempo se habían cruzado declaraciones acerca del aumento en las tarifas del transporte público en Nuevo León. No había necesidad de preguntar a los usuarios, puesto que su opinión es de sobra conocida y nunca atendida. Pero desde el gobierno estatal se rechazó tajantemente que los transportistas merecieran un aumento en sus ganancias. Se dijo, y se puede ver a simple vista, que poco o nada se ha hecho en la mejora del servicio. Se dijo que no se deberían autorizar aumentos si antes no se veían esas mejoras. Por su parte, los empresarios siempre justificarán el incremento con dos cosas: una, la ley que quieren cumplir en lo que se refiere a sus derechos, pero que no se apresuran demasiado a la hora de cumplir con sus obligaciones; el otro pretexto es que siempre, y eso significa precisamente eso: siempre, trabajan con pérdidas.
Esto de las pérdidas es bastante cuestionable, porque si no fuera negocio no estarían tan apegados a él. Y en general, los empresarios, que incluyen a líderes obreros, son los mismos desde hace décadas. Es decir, que sí es negocio, o ya lo hubieran dejado para ponerse a vender elotes.
Apenas se había declarado esa falta de mejoras, y la propia titular de la Agencia Estatal del Transporte atestiguó la puesta en operación de una flamante flotilla de camiones. Tal vez para hacernos creer en la buena fe de los empresarios… pero sólo una triste probadita.
Poco a poco las declaraciones oficiales sobre el aumento a las tarifas se matizaron. Es increíble la fuerza que tiene esta camarilla de empresarios, como para domar rápidamente a las autoridades del transporte, a las autoridades en general y hasta a las propias leyes. La Agencia Estatal se quitó pronto la responsabilidad y dejó en claro que sería el Consejo quien definiría un eventual aumento. Sólo que históricamente ese consejo nunca ha representado los intereses de los usuarios, sino de los empresarios. Y no parece que eso haya cambiado.
Finalmente se realiza la tan esperada sesión del Consejo Estatal del Transporte. Justo unos días antes de la Navidad. Muy oportunamente, puesto que, como cada año, sorprenden a la gente con el dinero del aguinaldo en la bolsa, y muy ocupados en celebrar la Navidad.
Por cierto, fue una sesión más bien decorativa. La reunión fue muy breve, lo que demuestra que todo estaba bien preparado y bien negociado desde antes. La propuesta del Consejo de Empresarios está hecha. Todo indica que el aumento será inevitable, aunque encubierto con ese deslizamiento mensual del “tarifazo”. La única opción de defensa de los usuarios está en el derecho de veto que tiene el gobernador. Pero es una esperanza bastante frágil, porque la línea del gobierno estatal es recaudatoria. Además, puede suceder como el año pasado cuando se vetó un incremento absurdo, pero se negoció un aumento injusto. En cualquier caso sin el aval de los usuarios.