Enrique Peña Nieto ha demostrado – en la primera quincena como Presidente – que está dispuesto a que su Administración será distinta a la de sus inmediatos predecesores.
Por principio, no duerme en Los Pinos, sólo asiste – hasta ahora – a ceremonias protocolarias o reuniones con diversos personajes de la cultura y el deporte.
Ha regresado a la antigua forma de despachar en la Oficina del Presidente, en Palacio Nacional; así, reconoce el imperioso afán de Gobernar con atingencia y sin alardes; tendrá al alcance de la mano, la presencia de sus dos colaboradores más cercanos: a escasos metros está el Palacio de Cobián, donde despacha el Secretario de Gobernación, Osorio Chong, y en el mismo edificio sede del Gobierno Federal se encuentra la Secretaría de Hacienda, a cargo de Luis Videgaray.
Este comportamiento lo hará acercarse a la sociedad; frente al Zócalo del D.F. donde se encuentra
el Palacio del Ayuntamiento, y despacha el actual Jefe de Gobierno, Miguel Mancera, quien, demostrando urbanidad y respeto, ha asistido dos veces a Palacio Nacional para intercambiar anhelos y proyectos de mejoras para la Nación en un clima de concordia, de búsqueda de mejores horizontes para TODOS los mexicanos.
Peña Nieto tiene otra forma de gobernar, no sólo por esas actitudes que muestran pluralismo y acercamiento con distintos líderes sociales, sino que contiene un esperanzador modo de involucrar a líderes en la solución de los problemas; es hora de avanzar, de ver al futuro.
¿Qué hará “el Peje” ante ésta actitud presidencial a la que aspiró en dos ocasiones, equivalentes a otras tantas derrotas electorales? La mayoría de sus mítines se hacían en el Zócalo, frente a ambas sedes. ¿Seguirá mostrando su permanente odio hacia las instituciones?
Apenas van quince días de su Mandato y Peña Nieto ha sido visitado varias veces por el Jefe de Gobierno, quien está dispuesto a representar una izquierda responsable y moderna; distinta a quienes ejercieron dicho puesto, generando enconos y división, ausente de diálogo, plagados de criticismo; acrecentadores de odio y – sobre todo – nula cooperación que tanto nos ha dañado.
Promisorio augurio; los pleitos, las obstrucciones, los odios, deben quedar atrás ante una realidad que no admite estancos en asuntos que nos han mantenido atados a un pasado de desviaciones y enconos; ese atraso en la solución de graves problemas sociales, debe desaparecer.
La política mostrada por el Primer Mandatario es la búsqueda de acuerdos: la reconciliación de todos los actores sociales y el avance en soluciones, será la pauta a seguir desde ahora.
Peña Nieto ha convocado a una reunión del Consejo de Seguridad Nacional en la sede del Gobierno Federal; acudirán, sin duda, todos los gobernadores; los secretarios encargados del área de combatir el crimen organizado y líderes de organizaciones dedicadas a calificar tan importante rubro; será una oportunidad para lanzar la nueva política de un Gobierno dedicado a planear, seguir, instrumentar y reflejar – con propiedad profesional – los logros de promesas de trabajo en todos los órdenes de Gobierno; un nuevo reto para un nuevo país y una nueva administración.
La novedad principal será: proporcionar un clima distinto del entramado social, donde quepan todas las opiniones, incluso de aquellas que han permanecido quietas ante la pasividad espartana del régimen anterior, ocupado, más en aparecer en los medios que en calibrar con claridad y certeza los sempiternos problemas que permanecían quietos, latentes, y que tanto daño nos causaron.
Con la vista puesta en un futuro de trabajo y rendición de cuentas, arrancará ésta acción de carácter plural que, espero, será de bastante utilidad para los mexicanos.
Ha llegado la hora de avanzar, evitando burocracias que ahogan la función pública.