Por Eloy Garza González:
Ayer me encontré en un centro comercial a una amiga en estado de shock. Le pregunté qué le pasaba y me respondió muy compungida que había perdido su celular y eso le provocaba un temor casi metafísico. ¿Será posible que una persona, cualquier ser humano, tenga un miedo irracional a desprenderse de un teléfono móvil? Sí es posible. Y eso se repite entre ciudadanos de todas las ciudades del mundo, incluyendo Monterrey.
No estar conectado a nuestro a nuestro Iphone o Blackberry puede provocarle a algunos una fobia, una terrible incomodidad. Alejarse del celular o no tenerlo a la mano produce una sensación de nerviosismo. ¿Por qué? Porque los regiomontanos nos hemos acostumbrado a la conexión digital permanente.
Lo primero que hizo mi amiga fue correr de regreso a su carro y luego a su casa para saber si lo había dejado ahí. Esta fobia de quedarse sin celular, tiene un nombre: nomofobia, acrónimo de una frase en ingles que quiere decir no-mobile-phone- phobia Estar desconectado es un problema que nos trastorna y nos da una sensación de aislamiento. Hay regiomontanos que no se atreven a apagar su teléfono móvil ni cuando van al cine. Y no es sólo una falta de respeto a los demás; es una enfermedad provocada por las nuevas tecnologías.
Dickens Group acaba de publicar resultados de una encuesta en Monterrey sobre lo que produce la pérdida del celular. 69 de cada 100 regios presentan síntomas de ansiedad si pierden por un momento su celular, se quedan si batería o pierden cobertura. Dickens Group comprobó que la fobia es peor en las mujeres que en los hombres de Monterrey.
75 por ciento de los encuestados dijeron que las razones de esta ansiedad se debe a que quieren estar pendientes de una llamada o un mensaje de sus amigos. Para los encuestados, el nerviosismo de quien pierde su celular es similar al nerviosismo de casarse o ser operado en un hospital. Salir a la calle sin el teléfono móvil nos hace más agresivos, más obsesivos, más incapacitados para concentrarnos.
Las cifras de dicha encuesta nos obliga a recapacitar en el uso que hacemos del celular y en lo dependientes que estamos de este aparatito. ¿No creen que deberíamos decretar un día social de regiomontanos sin celular? Seguramente nadie nos seguiría en nuestro plan.