Se está iniciando en Nuevo León una campaña, que quiere ser intensiva, para promover la donación altruista de sangre. El gobernador Rodrigo Medina anunció una estrategia que va en tres direcciones. La primera es que la gente tenga conciencia de que la donación altruista de sangre es más que necesaria. Todos hemos visto en diferentes medios de comunicación los llamados urgentes para donadores en casos muy específicos. Pero estos son mínimos en comparación de los casos diarios de transfusiones, en todas las instituciones médicas locales. La más común, es por cirugías, pero en muchos de estos casos se trata de un asunto de vida o muerte.
La segunda dirección de la estrategia estatal es dentro del propia administración pública. El Estado intentaría predicar con ejemplo, y sumar el aparato burocrático estatal a un ejército de donadores altruistas de sangre. Una intención muy loable, mientras no se presione a los burócratas.
La tercer dirección es crear un banco de sangre. Una institución muy necesaria, para lo que, además, recibió un vehículo especializado para la recolección de sangre. El vehículo fue donado por el empresario local Francisco González, y ya es un primer paso para iniciar una recolección amplia y ordenar este acopio vital.
Se preguntará usted por qué no abonamos hoy a la crítica, como hacemos normalmente. La razón es que la crítica periodística sirve para denunciar lo negativo, pero no debe ignorar promover lo positivo. Esta intención estatal no sólo es positiva, sino muy necesaria. Más cuando de su éxito depende literalmente la vida de muchos.
Claro, dentro de lo positivo debemos reconocer las fallas. La estrategia no las tiene aún, porque no se ha desplegado todavía. Pero sí hay que decir que se han tardado mucho en pensar en una campaña así. La transfusión de sangre no es un recurso médico reciente. Hace muchísimos años se practica, necesariamente, salvo en algunas religiones que la prohíben. Pero en Nuevo León, los llamados emergentes y públicos a donadores, ya demostraban que ni tenemos la cultura de la donación, no las autoridades han puesto mucho empeño en promoverla.
Es reprochable la tardanza, pero eso no quita lo afortunado de iniciar ahora. Sobre todo porque parece que esta vez no se trata de una campaña temporal, de esas de relumbrón, que duran apenas unas semana y no pasan de ser escaparates mediáticos para funcionarios. Esta vez, el escaparate sí es muy necesario, no importa que se aproveche políticamente. El fin justifica los medios, como dicen que dijo Nicolás Maquiavelo que, por cierto, nunca lo dijo ni lo escribió.
Y ya entrados en gastos, debería el Estado aprovechar la inercia de esta campaña para insistir en otra donación altruista, la de órganos. Ya hemos visto casos extraordinarios y conmovedores; vidas salvadas tras la muerte de alguien que decidió que al irse, dejaría algo de sí mismo para que otros vivieran.
¡Enhorabuena por la campaña estatal! Esperamos que la gente responda y el Estado no desista en esta empresa. Y esperamos que no exageren. Porque una cosa es la donación altruista de sangre, y otra muy diferente desangrar la economía familiar… y este último caso, es un caso clarísimo de vampirismo.