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Sandy impulsó a Obama

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Al menos por un día, el huracán Sandy parece haber hecho lo que el presidente Obama no ha sido capaz de hacer por sí mismo.

En una campaña notable principalmente por su negatividad, la histórica tormenta le proporcionó a Obama un momento como comandante en jefe una semana antes del día de las elecciones.

El Presidente ganó un raro momento de alabanza bipartidista, con elogios por el desempeño del gobierno federal de gobernadores demócratas y republicanos por igual. Además, la tormenta puso en pausa, por ahora, la sensación de que su rival, Mitt Romney, tenía todo el impulso en la recta final.

Ayer, Obama viajó a Nueva Jersey para visitar las zonas dañadas junto al gobernador republicano Chris Christie, un habitual crítico del Presidente que ahora, en las secuelas de la tormenta, lo colmó de elogios y aseguró: “El Presidente ha estado en todo y merece un gran reconocimiento”.

La colaboración entre Christie y Obama proporcionó un marcado contraste con el huracán Katrina en el 2005, cuando el gobierno del Presidente George W. Bush y la Gobernadora demócrata de Luisiana, Kathleen Blanco, se enfrascaron en una amarga ronda de señalamientos por el manejo mediocre del desastre.

La tormenta empujó a Romney a la casi imposible posición de tratar de escribir un papel para sí mismo en la historia que se ha apoderado de la atención de la nación.

El candidato del Partido Republicano celebró un evento para recolectar donaciones en favor de los damnificados en Ohio, pero el evento contó con la parafernalia de un acto de campaña regular, el tema musical del candidato y su video biográfico en las pantallas del lugar.

Mientras Romney cargaba suministros, no respondió las preguntas de los periodistas acerca de si está reconsiderando su afirmación anterior de que el manejo de los desastres es un trabajo que debe ser entregado a los estados y no al gobierno federal.

El desempeño de Obama podría ser visto de manera muy diferente a medida que los esfuerzos federales de socorro continúan desenvolviéndose.

Cualquier problema que surja será en gran parte responsabilidad de Obama, al igual que Bush fue culpado por las reacciones a Katrina.

“La tormenta no ha terminado todavía”, advirtió Obama durante una visita a la sede de la Cruz Roja en Washington. “Vamos a continuar empujando tan duro como podamos” para proveer recursos -añadió- antes de enfatizar que su mensaje a su gobierno fue: “No hay burocracia”.

La tormenta también puso de relieve una dinámica que enfrentan todos los titulares: cómo equilibrar ser el Presidente durante la campaña por la reelección. Rara vez un Presidente tuvo que lidiar con un desastre tan cerca de la jornada electoral y cualquier paso en falso o movimiento que parezca una motivación política podría costarle votantes a Obama.

Fuente: El Economista

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