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En la guerra sólo se perdió el manto de Arguijo

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Por: Diego Alejandro Rodríguez
Cuando los humos de la batalla más bizarra que ha visto la actual legislatura, se extinguieron, los diputados curan sus heridas… revisan el cuerpo y hacen arqueo de recursos.

Todo bien, sólo falta un manto…

El manto de luchador social inflexible, impoluto, que portaba el diputado perredista Eduardo Arguijo Baldenegro.

No lo tiene más…

Y no lo tiene porque lo apostó…

Lo apostó en un tema que no tenía mayor miga…

Todo nace de una plática con estudiantes de la Universidad de Montemorelos y de la Facultad de Derecho de la UANL, en la que el priísta Carlos Barona bromea con la ubicación de las curules, y en esa broma invita a una joven a quitarse de la que ocupa normalmente Arguijo… “Si quiere puede cambiarse”.

La respuesta de Arguijo se dio en tribuna, horas después… dice que Barona ha denigrado el recinto legislativo… dice que han mal utilizado los recursos del Congreso para lanzar denuestos en su contra.

Pero se excede cuando se dirige a Barona y le dice…

“Así como usted dijo que en mi curul se sienta el diputado más incongruente, yo podría decir que en esa curul se sienta un pillo… que se llevó los recursos de Metrorrey a su campaña para diputado local en el municipio de García… pero claro, no lo voy a decir aquí”.

Obviamente, ese estilo de Arguijo, punzante, agresivo, golpeador, provoca carcajadas en el recinto y en galerías…

Se celebra como un excelente chiste de cantina… algunos en la bancada del PAN chocan las palmas, y Barona opta por aplaudir y sonreír para evitar que se le vea el coraje.

Y se viene el zipi zape…

Édgar Romo pregunta a Luis David si considera que Arguijo habló de acuerdo al tema que se trataba… Luis David dice que no es facultad suya hacerlo…

Se viene la andanada… Chuy Hurtado pregunta en base a qué artículo exigen a Luis David calificar el contenido del discurso de Arguijo… Cienfuegos pide que le apliquen el mismo trato que le dieron a él cuando dijo que hablaría a favor, pero habló en contra…

Luis David protesta… “Bueno, se quieren pelear con los del PAN o conmigo”.

Barona sube a responder, Luis David se enoja… se va a su curul, algo que raya en la ilegalidad, porque su cargo no puede abandonarlo a voluntad, excepto por cuestiones ineludibles, como ir al baño, a comer o a cumplir una encomienda…

El pobre diputado José Quintanilla, quien toma la presidencia que le lanzaron de repente, está hecho un nudo… voltea en busca de ayuda, pero el Oficial Mayor Baltazar Martínez se cruza de brazos… atento a la zacapela…

Concede la palabra “a favor”, cuando le tocaba el turno “en contra”… aquel galimatías se compone un poco cuando Barona saca también armas de grueso calibre…

En tono pausado ofrece disculpas a los diputados del PAN, si es que se sintieron ofendidos por su actitud… “Espero me disculpen”, dice… y las risas vuelven cuando Rebeca Clouthier le dice desde su lugar en la mesa de la presidencia… “Yo sí”.

Y de repente, el manso río se convierte en un rápido de vértigo…

“¡Pero a ti no!”, le dice Barona a Arguijo… “Tienes una enorme colota, y podría yo decir que durante años te has dedicado a extorsionar a la gente que te confió su dinero para comprar un terreno, y te lo quedaste.

“Pudiera decir muchas cosas Eduardo, acuérdate que gobernamos el mismo municipio… y puedo pasarme la tarde aquí, sacando una por una las pruebas de tu bandidaje… pero no lo voy a hacer, porque te aprecio y te quiero mucho”.

Nueva dosis de carcajadas… nueva dosis de pleitos… de gritos… Arguijo sube otra vez, sin pedir la palabra… y para variar, dice que hablará a favor… ¿Y dónde está el presidente?

Dice que hay que ser machitos, porque con él, el que se lleva se aguanta… ya no lanza acusaciones contra Barona, pero pide sostener los dichos, aunque pretende terminar allí la reyerta… “No hablaré más del tema”.

Silencio ominoso… Barona dejará correr un poquito el tiempo, para arremeter de nuevo… para decirle al perredista que en cualquier lado y a como la quiera, está dispuesto a terminar el tema…

Lo mismo invita a Arguijo a que vaya con él a comer o a platicar para aclararlo todo, que a ponerse los guantes…

Finalmente, Quintanilla mira cómo la cantina vuelve a la normalidad…

Hay sonrisas, intercambio de comentarios jocosos… cada quien recoge a sus heridos, pero falta un manto.

Arguijo lo perdió en la reyerta… a ver qué se pone ahora.

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