Oziel Salinas H.
Ofuscados, contritos, respirando por la herida, los panistas siguen sin entender lo que sucedió el dos de Julio pasado. Fue un referéndum marcado por la ineficiencia de un Gobierno desorientado, perdido en estupideces, manchado de sangre, desordenado, estéril, incapaz de presentar nada que valiera la pena. Ahora, desde el tercer lugar, se refugian en chilangos desfasados.
Casi todos, representantes de una izquierda desatinada y hueca que los lleva a la desesperación porque no valió su “gallo” lo que esperaban; seguramente creían, o siguen creyendo que es el “estadista” que necesita México para salir de sus males endémicos.
El refritado -asiduo lector- se quedó en segundo lugar y eso lastima a quienes se consideran “intelectuales”; gente confundida, que no entiende que su oficio no es el de la política.
Salvo algunas excepciones, se adivina una gran incapacidad para discernir sobre asuntos del Estado; algunos, como Brucker Colín, Elena Poniatowska y Paco Ignacio Taibo II, Denise Dresser, o Aristegui, son fans del “Peje”; pero sus nombramientos como secretarios de Estado fracasaron.
Fuentes ya falleció; ya no interesa su opinión.
Pero sus frases denigratorias contra el Presidente Electo son recogidas con fruición por panistas.
Ninguno de esos “intelectuales” indicó su preferencia electoral durante el proceso; no hace falta; estoy seguro que apoyaron con vehemencia y secrecía a su “hijo pródigo”, el lector asiduo: AMLO.
Otros ni a eso llegaron, como Enrique Krauze, quizá el único “con espolones” de esa pléyade de incapaces relatores políticos. Los azules, en su desesperación, se aferran a los pantalones o faldas de chilangos perdedores; aquellos tienen razón, su antipriísmo es de toda la vida; sus fans (panistas) no contendieron con alguien que fuera “estudioso y lector”.
La opción que se llevó a cabo en Julio no era para escoger al más inteligente, sino al mejor calificado para la contienda; se trataba de una lucha política; algo distinto a quienes han dedicado su vida a escribir, a relatar, a novelar, a actuar, a mentir, a denostar, a agraviar y a descalificar.
Y siguen sin entender que era otra cosa muy distante de sus oficios de escritores, de comunicadores.
Los oscuros panistas nunca han digerido la pérdida del poder; de ahí que busquen ahora algunas frases de chilangos para seguir machacando en algo que los haga sentirse “superiores”.
No desarrollaron esa opción durante el proceso electoral. Ahora respiran desde el Limbo Azul.
Peña Nieto fue un buen candidato. Si aceptamos -sin conceder- que no es hombre de “muchas luces o letras”, tuvo la dedicación, el acierto, la eficiencia necesaria para ganar ese referéndum social; esa es la neta. Eso es lo que tiene a los panistas en el tercer lugar de la preferencia ciudadana; eso es lo que cuenta; lo demás son frases discordantes, fuera de foco; o simplemente, excusas de salvación.
Peña Nieto nunca aladeó de suficiencia intelectual; fue sincero; se presentó ante el electorado con sus armas políticas, sin pretender emular capacidades ajenas o desproporcionadas formas de entender el oficio de “intelectual”; fue sólo un buen Candidato ganador; es todo.
Por ello, es inútil que los panistas, dolidos, derrotados, ninguneados por el pueblo, traten de herir al Presidente Electo exhibiendo frases aisladas de dolidos por no haber conseguido acercarse a la ubre del poder. Ahora, descargan su odio con dichos ajenos y prestados, para seguir atacando a quien les ganó en buena lid, sin aspavientos ni falsedades. Ilusos, apoyan a quienes tildaron a Calderón de “espurio”; vano empeño; como vanos fueron sus intentos por resucitar a su muy leída Candidata.
Se dedican (nuevamente) a hacer el caldo gordo al “Presidente Legítimo”, quien ya anda en campaña para la próxima. Muy bien; sigan con su cantinela confusa, difusa, inconclusa y obtusa.
Si creen en la resurrección, qué bien; les deseo suerte.