Obed Campos
Marzo. El auditorio de la Sección 49 del Sindicato de Trabajadores Petroleros en Cadereyta, a reventar. Los acarreados contrataron una batucada, entre otros sistemas de ruido, también rentados… Digo esto porque aún hay quienes creen que estas manifestaciones son espontáneas. Emanadas del pueblo y para el pueblo. Sí, como no.
En medio del tumulto le comento a una reportera: “Vas a ver quién impone el desorden y va a entrar moviendo el bote ahorita que se presenten los candidatos”.
No me equivoqué: Ivonne Álvarez, quien en sus tiempos de diputada se la pasaba cantando aquella tonadita imbécil de “A quien le importa, lo que yo haga…” fue la primera en caer presa del ritmo que a fuerza de cultura pambolera, los norteños importamos −creo que del Brasil, o de alguna nación bananera−.
De los cuatro personajes centrales, ella era el alma de la fiesta, aunque ya sabía que su decisión de dejar la alcaldía que prometió defender, era faltar a su palabra… Aunque ya sabía (y lo sabe) que dejaba Guadalupe con la peor deuda de su historia, unos 640 millones de pesos declarados.
No me imagino a la Álvarez haciendo otra cosa en el Senado de la República: ha de seguir con los sonsonetes estudiantiles y las cancioncitas de adolescente boba…
¿A quién carajos le importa la deuda de Guadalupe? ¿Quién se acuerda del crimen ecológico que principalmente ella como alcaldesa cometió al entregarle a Femsa hectáreas y hectáreas en la Pastora con el pretexto de un parque y un estadio que acabarán siendo una cantina gigantesca y un manto freático para la embotelladora casi de a gratis?
Ivonne seguirá bailando en el Senado…
Y a nosotros, los ciudadanos, también nos va a tocar bailar… pero con la más fea.
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