En el tema de la tenencia, ya en el Congreso del Estado hicieron sus desplantes desde unas y otras bancadas. Por supuesto, en el bipartidismo funcional en el que vivimos, esto significa que la polarización más frenética se da entre Acción Nacional y el Revolucionario Institucional. Seguramente oyeron ustedes que los diputados locales del PRI quieren deshacerse del presidente del Congreso, el panista Luis David Ortiz. Al los tricolores no les agrada mucho que el que debe ser moderador y factor de equilibrio, pertenezca a un partido opositor y además sea tan agresivo en sus comentarios. Tampoco les agradó mucho que los panistas expusieran al mismísimo gobernador, quien en efecto, había prometido eliminar este impuesto tan impopular. Ya en la discusión en tribuna, las cosas se han caldeado más hasta llegar esos desplantes usuales, como abandonar en grupo el recinto.
En realidad, todo esto parece confuso, pero no lo es. Se trata del mismo circo de cada legislatura, ese desprecio absoluto por su representación popular, y ese cinismo típico con el que evaden el trabajo por el que les paga el pueblo, y les paga bastante más que bien, por cierto.
Pero aunque sea un enfrentamiento partidista más, detrás está un tema realmente importante para la gente. Ya el gobernador explicó ayer que no puede cumplir su promesa, al menos por ahora. No puede eliminar la tenencia porque esto impactaría a los ingresos del estado. Aunque el estado nunca ha perdido su vocación recaudatoria, esta vez hay al menos una justificación razonable: el dinero se necesita para sostener la estrategia de seguridad.
Es cierto que es desfalco multimillonario que padece el estado ha sido responsabilidad de la mala administración pública, la corrupción, y el soslayo oficial a la hora de castigar la corrupción. Ya lo dijeron los empresarios antier: la corrupción es una falla que sigue arrastrando el actual gobierno. Pero con todo y eso, no hay manera inmediata, por ahora, de recuperar recursos para combatir la inseguridad.
Claro que es injusto, irresponsable y hasta criminal., que sean los ciudadanos quienes paguen por esa tremenda falla oficial. En otras palabras, además de que los ciudadanos pagamos con nuestros impuestos por los servicios que requerimos, entre ellos nuestra seguridad, la Tenencia se inscribe como otro pago por un servicio que ya pagamos. Insólito, pero en México sobran ejemplos de pagos duplicados, y deudas diferidas de un bolsillo a otro.
Pero estamos contra la pared. El estado arrastra pérdidas enormes, y la deuda, con todo y que digan que sea manejable, es asfixiante. Si se justificaron gastos antes como inversiones, es notorio que fueron malas inversiones. Y no hablemos del huracán Alex, que como al diablo en la Edad Media, se le culpa de todo.
La tenencia, en efecto, es impopular e injusta. Y en eso tienen razón los panistas. Pero la tenencia es en este momento necesaria, y en eso tienen razón los priístas. No tiene razón el gobernador, porque no es es irresponsable eliminarla. Eliminar la tenencia sería un acto de congruencia de Medina y de justicia para los ciudadanos. Lo que es irresponsable es que se quiera eliminar sin que se propongan alternativas para recaudar esas entradas necesarias para el erario estatal. En el Congreso, las bancadas que ahora se enfrentan, deberían asumir lo justo y congruente de eliminarla, y plantear hacerlo en serio, a corto o largo plazo, pero siempre protegiendo la recaudación. Las rabietas y desencuentros no son actos políticos, sino una muestra más de su fanatismo partidista. La tenencia debe desaparecer… El punto de discusión es el cómo y el cuándo, no el sí contra el no.