Por: Jesús Orlando Pérez
Los cristianos evangélicos… los masones… los impulsores del laicismo… miles de ciudadanos vuelven a tomar, ahora en paz, la plazoleta del Congreso del Estado, cantan, lanzan consignas en torno a la Reforma Constitucional del Artículo 24.
Pero una comisión de este grupo es recibida por los coordinadores de todas las bancadas, y algunos otros diputados de la Comisión de Legislación.
Es allí, en donde Neftalí Lopez, uno de los líderes, hace ver la gravedad del asunto… “Está en juego la seguridad de México”.
Luego, saca del baúl de la historia el tema de la Guerra Cristera, de la sangre derramada para que el laicismo fuese una realidad.
Y toca temas sensibles, como lo que él llama, la intromisión de la Jerarquía de la Iglesia Católica en temas de legislación.
“Nos preocupa… no queremos que la Igelsia Católica Apostólica y Romana, manipule a nuestros legisladores”.
Las diferentes participaciones son escuchadas por los diputados…
Hacen ver que la educación ética no tiene por qué ser impartida en la escuela… porque al dar educación religiosa, se le impondrá aún a los hijos de padres ateos.
“La conciencia es algo muy privado, que deseamos que los mexicanos sigamos teniendo bajo nuestra muy privada e individual responsabilidad”, apunta.
Y vuelve a advertir sobre los riesgos de una guerra santa…
“No vale la pena crispar los ánimos, cuando nuestra diversidad es precisamente lo que nos engrandece, el respetar esas diferencias, sobre todo”.
E insiste…
“No tiene caso revivir ese riesgo, no cuando nuestro país tiene muchos problemas de inseguridad”.
LOS VOTOS…
López hace una advertencia que hace brincar a todos los diputados…
“Yo sé que cuando termine esta responsabilidad de ustedes, dentro de dos años, van a querer seguir en otros cargos de elección… quiero decirles que nosotros representamos a miles de ciudadanos que ejercerán su derecho al voto…”
Ahí es interrumpido… por un murmullo que se eleva de tono…
“Amenazas no… amenazas no”, dice Enrique Barrios…
El dirigente laico atenúa la embestida, y dice que ellos también trabajan, que espera que los diputados no se ofendan y que desean apoyarles para que sigan en su carrera política.
Suspiran aliviados todos y se retiran… pero allí quedó, ni modo de borrarlo.
