La muerte es un proceso natural de la vida, la muerte estremece, adolece, espanta y en algunos casos enamora. Sólo José Guadalupe Posada logró imprimir un toque más que de originalidad, de encanto y magia a la señora muerte. Como un homenaje a este gran artista, Rafael Morán presenta su espectáculo unipersonal La Mexicatrina, una pieza que se desarrolla en un lugar poco usual y que paulatinamente intenta ganar terreno.
El mismo Morán calificó esta obra como una «oda a la vida» y comentó que, para él, es importante representar la muerte muy a la mexicana ya que desde siempre ha estado interesado en este tema. Luego de una evolución personal, logró concluir con el texto de esta pieza que fusiona teatro con danza, a través de elementos que sin duda dejan enganchado al espectador con una invitación a un recorrido por la historia de nuestro país.
«Son muchos elementos los que intervienen en esta puesta en la que se incluyen tres danzas: Los Concheros, La Bruja y el Jarabe Tapatío. Para esto, es necesario tener conocimiento absoluto de todo lo que encierra este tipo de danzas, muy particulares de México. El inicio de la obra muestra un poema de Nezahualcóyotl en el que se recitan fragmentos en español y en náhuatl para darle la visión correcta a la pieza», indicó.
* La poesía
«¿A dónde iremos, donde la muerte no existe? Más: ¿por esto viviré llorando? Que tu corazón se enderece. Aquí nadie vivirá por siempre. Aun los príncipes a morir vinieron, los bultos funerarios se queman. Que tu corazón se enderece: Aquí nadie vivirá para siempre», indica una estrofa del poeta Netzahualcóyotl que también de alguna forma interviene en este trabajo, realizado por un grupo de jóvenes entusiastas.
Bajo la dirección de Guillermo Jair y la producción de Adriana Sánchez y la Compañía Internacional de Teatro Unipersonal (CITU), este espectáculo cuenta con la escenografía y maquillaje de Gamaliel de Alba, un entusiasta chico que posee un hermoso sentido del humor y que durante nuestra entrevista demostró su capacidad y talento en las artes escénicas.
La puesta se exhibe en el Centro Cultural Guadalupano de Guatemala número 22, a espaldas de Catedral, en un recinto de reciente creación en el que se presentan grupos teatrales independientes capaces de realizar cientos de trabajos que llegan al alma de quien los observa.
* La original
La Catrina, originalmente llamada La Calavera Garbancera, es una pieza que ha dado la vuelta al mundo y fue creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera. La versión original es un grabado en metal autoría del caricaturista Posada. El nombre original es La Calavera Garbancera. Garbancera es la palabra con que se conocía a las personas que vendían garbanza que teniendo sangre indígena, pretendían ser europeos, ya fueran españoles o franceses. «Creo que Posada fue el único artistas que logró darnos un concepto más acertado sobre la muerte para los mexicanos. Ahora todo mundo quiere hacer Hallowen y fiestas de disfraces de este tipo, pero él fue el primero en plasmar a la muerte de manera distinta, que nada tiene que ver con estos movimientos ajenos a nuestra cultura. Posada nos hizo ver que al final de tus días todos somos calaveras», afirmó. Mexicatrina es una obra que recuerda lo hermoso de las tradiciones mexicanas, es una fusión de pensamientos, de sentimiento, de la pasión de un joven entregado a su disciplina y que brinda el corazón en cada escena de esta puesta, que podría dar la vuelta al mundo, ya que posee los elementos necesarios para triunfar.
