Hoy empieza la transición administrativa en los 51 municipios de Nuevo León. Los alcaldes electos empezarán a dejar de serlo para volverse titulares. Asumirán ahora sí el control del gobierno municipal, con todo lo que eso significa.
Hay que decir que históricamente, esta no será una transición fácil. Aunque lo tradicional es llegar al poder renegando de la deuda y las deficiencias de las administraciones anteriores, esta vez, por más que se reniegue, nunca será lo suficiente para el estado en que se recibe el cargo. Si la corrupción y los desvíos fueron las quejas normales, ahora esto ha tomado dimensiones insólitas.
Es posible que no se tengan referencias recientes, por ejemplo, del grave estado del erario municipal. De alguna forma, tanto el estado como la federación, asumieron siempre el apoyo emergente en casos críticos. Pero ahora el estado no está boyante, y la federación, inmersa en su propia transición, tardará un poco en atender las contingencias… sobre todo cuando son tantas.
En lo general, los nuevos alcaldes tratarán de minimizar sus particulares crisis, y más cuando heredan un gobierno de su mismo partido. Pero por más que se minimice el problema, el ciudadano de a pie, el que recibe o deja de recibir los servicios básicos, se da cuenta de la realidad.
El caso de Guadalupe es significativo. Mientras el alcalde en funciones aseguraba que el servicio de recolección de basura estaba funcionando, de muchas colonias de ese municipio clamaban por la ausencia del servicio. Santa Catarina es otro caso. Aunque el alcalde electo promete regularizar el servicio de inmediato, el mal ya está hecho.
No hablemos de la seguridad, que está visto que ha rebasado con mucho el control de los presidentes municipales. Con todo y lo que se presume del avance en la Fuerza Civil, el mando único se quedó en el aire. Las policías municipales, a pesar de pruebas de confianza, no han pasado la prueba más importante: la del ciudadano.
Tampoco vamos a entretenernos en los frecuentes desvíos de recursos, que aunque se han señalado, no siempre se han demostrado, y aunque se demuestren, nunca se han castigado. No van más allá del escándalo.
Así reciben los nuevos alcaldes las administraciones de 51 municipios. Aunque no en la misma medida, pero todos con bastantes problemas… hasta el propio San Pedro, con todo y que Mauricio siga presumiendo lo contrario.
Pero como no podemos hacer nada, y hasta el voto se ha demeritado como instrumento útil del ciudadano, pues no hay de otra que desear que las cosas cambien. Ahora que, como ya estamos casi para finalizar el año, todavía podemos pedirle a Santo Clos que nos traiga buenas administraciones… Si no, pues a los Reyes Magos, en enero… Y si tampoco ellos, pues a hacer lo que mejor sabemos hacer: resignarnos.