Oziel Salinas
Ahí los tenemos de nuevo, indignados, descontentos, odiosos, sembrando la discordia por doquier.
Y preparan de nuevo sus baterías escatológicas contra el Gobierno elegido democráticamente.
El pretexto ahora es que el IFE ha decidido destruir las boletas de las elecciones del 2006 y del 2012, éstas últimas capturadas en computadora.
Al socrático Ricardo Monreal no le ha gustado esto, de ahí que nos diga que es una prueba más del “fraude electoral” donde perdió su adalid AMLO en esos dos comicios.
Lo anterior sucede al tiempo que Hugo Chávez gana las elecciones presidenciales de Venezuela y el oponente, Capriles, dice a la prensa y al pueblo de ese país que acepta los números mostrados por sus autoridades electorales a pesar de que Chávez es un Dictador..
Todos en el mundo aceptan resultados democráticos, mientras que por éstos lares, un señor llamado Andrés no acepta ninguna elección constitucional manejada por instituciones serias, formadas por gente elegida por los partidos políticos contendientes. Cuando éste señor pierde, grita que fue robado por un grupo que tiene sometido al pueblo, o que fue comprado el voto de quienes sucumben ante dádivas; eso es mentira, puesto que el voto es secreto. Él mismo aconsejaba en sus reuniones decirles: “acepten lo que les den, pero voten por nosotros” (sic).
AMLO considera que cinco millones de mexicanos (as) sucumbieron (por su ignorancia) ante éstas dádivas de parte del Candidato que lo derrotó. Contempló el proceso; proveyó gente para vigilarlo junto a vigilantes nacionales y extranjeros, y NADIE reportó anomalías.
Cuando vio que los resultados le fueron adversos, se opuso con discordante grito, aduciendo que existe un grupo poderoso que lo quiere marginar.
Él y su gente insisten: “hay quienes impiden a toda costa su acceso al poder”.
La ley afirma que pueden ser destruirlas las boletas electorales y así se hará, sin duda, pésele a quien le pese. Pero no hay acción de esas autoridades que no sea vista – por líderes de la izquierda mexicana –como “corrupta”, cuyos miembros son descalificados con saña.
Veo de nuevo esa izquierda desatinada, antiquísima, desorientada, intratable y burlona, que sólo ve el mal en TODAS las instancias del poder político.
Se dedican a denostar a quienes cumplen con su deber, y son atacados, aunque su ataque sea únicamente para sembrar dudas en nuestro entramado social.
Aducen que su derrota (algo que nunca pronuncian el Ayatola y sus adláteres) es “una nueva intención de dañar al pueblo”. Ellos defienden al pueblo del ataque de ese grupo que trabaja para oponerse a su “legítimo triunfo” y echan mano de subterfugios cada vez más sofisticados.
Y cada día presentan “pruebas” del fraude; los comicios presidenciales estuvieron bien, ordenados y pacíficos, no hubo quejas que llevaran a una reclamación; se hizo de acuerdo a la Ley. Sin embargo, cuando el Instituto Electoral dio a conocer los números, se inconformaron; durante sesenta días aparecían a diario, mostrando su capacidad de investigación ante “la pasividad de autoridades” (sic), sembrando sospechas, vertiendo odio hacia quienes nos representaron dignamente.
Ricardo Monreal dijo en conferencia de prensa que los magistrados del Tribunal “no tienen vergüenza”; culpándolos, reclamándoles su “complicidad”; azuzando a la gente, aunque consideran que no incitan a la rebeldía; con su traidora desavenencia, siembran dudas. No quieren aprender que en democracia se gana y se pierde, como ha aceptado Capriles en Venezuela.