Por Oziel Salinas:
Teloloapan, Guerrero es un Municipio tranquilo, aunque hoy ocupa las notas de violencia en la nación debido a que apareció un video donde supuestos miembros del cártel de “La Familia” acosan al Alcalde perredista Ignacio de Jesús Valladares Salgado, obligándolo a colocar una persona “neutral” como Director de Seguridad Pública de ese Municipio.
El Alcalde – aparentemente – se rinde ante la presión de los sicarios, comprometiéndose a lo que le piden, diciéndoles: “es mi deber tener la fiesta en paz”, quizá pensando en salvarse él y su familia; los sicarios respondieron: “si no cumple lo prometido, arderá Teleolapan”.
Otro Municipio que no conocíamos su existencia, Motozintla, Chiapas, se vio repentinamente envuelto en un conflicto electoral inusitado; una turbamulta perteneciente al Movimiento Progresista (PRD, PT, M.C.) inconformes con la resolución del Tribunal Electoral del Estado, que dio el nombramiento al triunfante Alcalde del Partido Verde Ecologista, descargó su furia incendiando la alcaldía, un edificio adyacente y tres patrullas.
Más tarde, fueron a la cárcel y sacaron los ochenta reos que ahí se encontraban.
Lo sucedido en estos municipios nos da cuenta del ambiente de terror que padecemos.
Por un lado, nos acosa la violencia desatada por el Gobierno Federal en su inacabada “guerra contra el crimen” que tiene a la sociedad en vilo, temerosa e insegura.
Por otra parte, existen ciudadanos que no saben perder en elecciones libres y democráticas, quienes, dolidos por su pérdida, se revelan, aduciendo que “hubo fraude”, y reaccionan con inusitada violencia, atacando instalaciones del pueblo.
Éste tipo de actos vandálicos nacen porque han presenciado la inconformidad mostrada por AMLO – hacia autoridades electorales – y transmitida por todos los medios de difusión. El Ayatolah tabasqueño ve a la Autoridad como “enemiga de la democracia; coludida con “la mafia” (sic)
El conflicto electoral desatado por éste mesiánico y sus adláteres, colmó la conciencia de muchos, exacerbándolos; alentándolos hacia la violencia. Nos dirán que él no azuza a nadie, sin embargo éstos, al ver la descalificación que se hace a instituciones nacionales, se ensañan con las locales, resarciendo el odio acumulado, tomándose la justicia en propias manos.
Así vivimos; por un lado los sicarios acosando a funcionarios municipales, sintiéndose amos y señores; sienten que la autoridad debe depender de ellos; por otra parte vemos a gente que, emulando a inconformes nacionales con amplia resonancia en medios de difusión, hacen eco de dicha inconformidad, desatando primitivos actos de barbarie.
Ese ambiente de frustración y odio que aparece a diario en políticos de alto nivel, transmite a los ciudadanos un ambiente de guerra; indirectamente azuzan a la población; esa es la cosecha de quienes, impunemente, atacan al Estado, simplemente porque están ardidos.
AMLO y sus seguidores Ricardo Monreal, Bejarano, Martí Batres, Fernández Noroña y otros, aseguran a diario que en México no hay democracia; deforman hechos, acusan a altas autoridades, desacreditándolas; por ello la gente no se acostumbra a la Democracia; creen – al ver que nadie los castiga – en sus réplicas cotidianas. En cada caso que les es adverso, ven un robo, un acoso de “la mafia” que no los quiere en el poder; usan triquiñuelas nacidas en sus malévolas mentes. Miembros de autoridades electorales son constantemente vilipendiados, vejados, atacados impunemente; esto vierte en la ciudadanía dudas y odios que se traducen en forma violenta.
Hay quienes llevan toda su vida ejerciendo acciones de repudio contra rivales partidistas y autoridades electorales; es la cultura del engaño que se refleja en hechos delictuosos.