Entre las advertencias de otros líderes internacionales y manifestaciones fuera de la sede de Naciones Unidas en Nueva York, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ofreció su discurso en el debate de la Asamblea General, su octava y última intervención ante este órgano como jefe de Gobierno. La Constitución iraní impide que Ahmadineyad se presente a un tercer mandato en las elecciones de 2013.
El presidente de la república islámica no defraudó y mantuvo las líneas maestras de su retórica antisionista y antiamericana. «La historia de la humanidad está marcada con fracasos», indicó en su intervención de 33 minutos, a la que no asistieron la delegación estadounidense de la embajadora Susan Rice ni la de Israel en clara señal de protesta. Entre «fracasos» citados por Ahmadineyad, destacaron las atrocidades medioambientales, el asesinato de gente inocente en las guerras de Irak y Afganistán o «arrojar el cuerpo [de Osama Bin Laden] al mar sin testigos». Todo en clara referencia a la política de Washington.
No fue el único blanco al que apuntó el presidente iraní. Israel también tuvo su parte. En la línea de sus intervenciones anteriores, aunque con un tono más comedido que el día anterior, reiteró sus críticas a «la continuada amenaza de los sionistas incivilizados que utilizarán como recurso la acción militar contra nuestra gran nación», en clara referencia al Estado hebreo, principal aliado de Washington. Un día antes, había reiterado su amenaza de que Israel «será eliminado».
Ahmadineyad también insistió en la idea de ser un contrapeso a Occidente y de establecer una nueva relación de fuerzas en el orbe. «No hay duda de que el mundo necesita un nuevo orden y pensamiento fresco. Un orden que intenta revivir la dignidad humana y cree en la paz y bienestar para todos los pasos de la vida», indicó con sus expresiones tradicionales, conocidas ya en la Asamblea General. En el mismo sentido, repitió que el planeta debería estar carente de «la hegemonía de la arrogancia» de Estados Unidos.
Más que por sus referencias, el presidente iraní sorprendió ayer por sus silencios. No hizo ninguna alusión al programa nuclear, el cual se ha tratado desde hace varios años en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Allí, ha sido objeto de diferentes paquetes de sanciones y llamadas de atención por parte de Washington y Bruselas.
Estados Unidos y las potencias europeas sí trataron durante sus intervenciones esta cuestión. Recordaron que Teherán justifica su programa nuclear civil para encubrir sus intenciones de hacerse con el arma nuclear. En su discurso del martes, Obama advirtió desde el mismo púlpito que «nadie cometa ningún error. Un Irán nuclear armado no es un desafío que podamos asumir. Amenazaría la eliminación de Israel, la seguridad de las naciones del Golfo y la estabilidad de la economía global».
Precisamente en una de las entrevistas que concedió Ahmadineyad a la agencia Associated Press, el líder iraní negó los fines militares de programa atómico. «¿Un arma nuclear? ¿Para qué? ¿Para qué propósito? ¿Por qué haríamos eso? ¿Para qué la utilizaríamos?», se preguntó.
También sorprendió que el presidente iraní silenciara la guerra de Siria, después de que hace un mes acogiera la cumbre de los países no alineados para buscar una salida al conflicto. «The Wall Street Journal» publicó recientemente la penetración del régimen de los ayatolás en el país árabe y la entrega de armamento y entrenamiento por la Guardia Revolucionaria.
La UE prepara nuevas sanciones
La UE baraja incrementar las sanciones contra Irán por su programa nuclear a iniciativa de Francia, Alemania y Reino Unido. Éstos consideran que hay que redoblar los esfuerzos para disuadir a Teherán de continuar con la espiral de tensiones con Israel y obligarle a volver a las negociaciones. Las sanciones, que tienen como finalidad reducir sustancialmente el comercio con Teherán, podrían ser aprobadas el 15 de octubre y se centrarían en el sector industrial, energía, transporte y comercio, informa C. Herrero.