Como decíamos antes, los panorámicos panistas contra el gobierno priísta de Nuevo León, poco sentido tienen en los hechos. Son solo palabras duras, pero se lanzan con pocos efectos en la fiscalización legal y legítima de la función pública. Vaya: ¡no sirven de nada a la sociedad!
De inmediato hubo una reacción del PRI. La primera fue, por supuesto, desestimar las críticas. Luego el tono subió y aparecieron también mantas criticando duramente a los gobiernos emanados de Acción Nacional. Sobre todo enfatizando en la presunta corrupción de esas administraciones. Pero la cereza del pastel, fue la protesta llevada hasta el Congreso de Nuevo León, donde civiles, obviamente afinen al PRI, comparan al PAN con un cártel.
Este tono de las viejas canciones contestadas tiene prácticamente los mismos efectos. Seguramente muchos recordarán el duelo musical de Pedro Infante y Jorge Negrete en la cinta “Dos tipos de cuidado”. Aquellas famosas “Coplas” entre Pedro Malo y Jorge Bueno empiezan en burlas y suben de tono hasta casi llegar a los golpes. Afortunadamente ahí quedan, y no pasa nada.
Pasa lo mismo con el duelo de “coplas” entre PAN y PRI. Suben de tono, llegan hasta a divertir, pero acaban siendo intrascendentes. Para colmo, exponen a los ciudadanos a un espectáculo grotesco y denigrante. Grotesco, cuando se exaltan con exageraciones que, para todo fin práctico, vuelven increíble la crítica. Y denigrante, cuando en este frenesí más teatral que real, se llega al insulto; y el insulto, ya se sabe, ofende a todos: a quien lo emite, a quien lo sufre, y a quien lo escucha.
Pero dentro de esta reprobable estrategia, está oculta una omisión que sí afecta a la sociedad. Porque las críticas cruzadas, de uno y otro bando, pocas veces llegan a las acciones legales, y si llegan no prosperan.
A los ciudadanos no les sirve de nada este duelo de coplas políticas. Si de veras fuera una crítica seria, se expondría correctamente a través de medios de comunicación, y además se llevaría a los tribunales de inmediato. Después de todo hay leyes que regulan la función pública, y hay tribunas del propio poder desde donde se debe ejercer la fiscalización. Pero por una parte no se busca la lay contra las irregularidades, lo que a fin de cuentas deja todo en el aire; por la otra, las instancias que deben limitar al poder no sólo no lo hacen, además lo solapan.
Así es que… los dimes y diretes entre PAN y PRI quedan en simples coplas políticas, sin consecuencias. Espectáculos que de pronto se vuelven hasta vergonzosos, cuando un grupo criminal entra en el juego para retar a otro… exactamente igual que lo hacen los partidos.