Por Oziel Salinas:
En el zócalo capitalino, lugar que ha significado para López Obrador el génesis y la exaltación de todos sus capítulos políticos, será hoy testigo de un nuevo pronunciamiento del indiscutible líder de las izquierdas en el país.
No dudo de su carisma seductor y atrayente; muchos lo consideran una especie rara de moderno mesías reivindicador de todos los males que nos aquejan; otros por su perseverante y terco combate a esotéricos fantasmas inventados por su divina terquedad, vista como tesón de su eterna como sesgada apreciación de nuestros males; otros lo odian porque, para ellos, representa un peligro para nuestra incipiente democracia.
Personaje controvertido que es capaz de iniciar una oposición al próximo Gobierno de la República que encabezará Enrique Peña Nieto; no dudo que llamará a la “resistencia civil”, donde apreciamos el apoyo incondicional, generoso, introvertido e insano de los jóvenes del movimiento #yo soy 132.
No dudo tampoco que empezará una nueva era de reclamos hacia lo que considera “imposición”: esa palabrita que aparece en su cartel político después de que el Tribunal Electoral, conformado por TODOS los partidos políticos del país, entre los que se encuentran los suyos, dio su fallo.
Seguramente tratará de reventar cualquier acto público del futuro Presidente, pretendiendo lograr algunos mártires para su causa.
Fue por unanimidad la calificación que los ministros hicieron de la jornada electoral del pasado uno de Julio; pero eso no importa al redivivo redentor que de nuevo lanzará su flagelante látigo despreciativo y cruel, castigando a nuestras instituciones.
Jugará con fuego, sin duda, porque azuzar al descontento de las masas – que son ciegas – ante el discurso oneroso, ruidoso y peligroso de su delirante diatriba, caerá como anillo al dedo de aquellos que se consideran dueños de la única verdad.
Su ostentoso maniqueísmo desbordará apabullante y cruel; sólo su palabra vale para quienes están dispuestos de ir hasta la ignominia tras sus atrayentes dogmas contra todo lo que representa leyes y orden social. Su alocución podrá significar muchas cosas, pero de lo que estoy seguro es que llamará a la eterna inconformidad contra nuestros organismos rectores, aunque él haya sido parte de su instauración.
Veremos y diremos, pero estoy seguro de que de esa reunión de masas no saldrá nada bueno para México y los mexicanos; los petardos saldrán como dardos desconocedores de todo lo que significa Ley y Orden. Será una asamblea ruidosa y penosa para el bienestar del país.
Es su costumbre. Recordamos sus fracasos ante su afán de alcanzar la gubernatura en su natal Tabasco (1988 y 1994) cuando perdió, la primera contra Salvador Neme y la segunda ante Roberto Madrazo; aquella vez cerró caminos de acceso a pozos petroleros de la Entidad; hasta fue a la capital a presentar, en pesadas cajas, la demostración de algo que lo ha castigado siempre en su vida EL FRAUDE, ese fantasma que lo acosa, en toda su dimensión y representación.
No hay, en su mundo maniqueo, otra forma de derrotarlo en elecciones mas que ese maldito mal que, de acuerdo a su delirante versión, lo ha perseguido toda su vida.
De lo que saldrá en esa asamblea a cielo abierto no será nuevo para quienes lo conocemos desde el punto de vista de su contra parte. Será un estruendoso petardo lanzado contra nuestras instituciones.
