Los buenos muchachos sampetrinos/
El secuestro de tres jóvenes sampetrinos, y en San Pedro, puso en evidencia que no hay blindaje perfecto. Esto en el caso de que hubiera realmente alguno en San Pedro, o en cualquier otro municipio o estado. El escenario es demasiado complejo para que se pueda presumir siquiera un buen nivel en la seguridad. Por una parte está la cruenta lucha entre grupos criminales, cuyo campo de batalla es todo el territorio nacional, y todos los niveles sociales. Si bien no se trata de una guerra contra la sociedad, es la sociedad la que debe pagar con dinero y con sangre los costos del conflicto. Los recursos de todos los bandos criminales salen del bolsillo de todos los ciudadanos, directa o indirectamente. Algunos como aportación forzada bajo amenazas; otros por medio de robos y despojos; y otros más en la dinámica y eficiente industria del secuestro.
Volviendo al caso de tres los jóvenes secuestrados en San Pedro, el Alcalde hizo algunas precisiones. Mauricio insiste en que no hay secuestros en ese municipio; que es más seguro que algunas ciudades de Estados Unidos; que su sobrino y el sobrino de Fernando Canales son buenos muchachos, pero el tercero no.
Vale la pena aclarar que a los políticos les gusta mucho hacer malabarismos con los significados de las palabras, sobre todo amparados en terminología jurídica. La ley distingue modalidades en un delito, y sobre esto lo define. Así hacen distinciones entre un “levantón”, un secuestro o un secuestro exprés. Para la declaración esto podrá ser importante, pero para la sociedad es irrelevante. El hecho criminal de vulnerabilidad, la falta de control personal sobre la libertad dentro de los límites de la ley, es lo que verdaderamente importa. Da igual si el secuestro dura unos minutos, unas horas, unos días, o es para siempre. Diga lo que diga Mauricio Fernández, o el Gobernador, o cualquier alcalde, nuestra libertad personal es vulnerable.
Sobre la distinción que hizo de los buenos muchachos sobrinos de políticos, y el mal muchacho que no fue liberado de inmediato, deja más dudas que certezas. El hecho es que el llamado mal muchacho estaba con los buenos muchachos. Además, por lo declarado por Mauricio, parece que el mal muchacho es bastante popular entre los buenos muchachos sampetrinos.
Si como se sugiere, el mal muchacho tiene alguna relación con la delincuencia organizada, eso demostraría que la sociedad toda es muy permeable en todos los niveles. La diferencia entre las “malas compañías” en lo alto de la colonia Independencia y en la colonia Del Valle, es solo cuestión de estilos de vida y disponibilidad de dinero. Los valores sociales y familiares son los mismos en todos los estratos sociales; su carencia es bastante democrática y nos afecta a todos.
Por desgracia, parece que en esta crisis de inseguridad, todos estamos olvidando que la unidad social es la familia, y que la familia se compone de individuos, no de recursos ni de influencias.
ENFOQUE MONTERREY en Radio Beat, 90.1 FM
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