Sana, sana, colita de rana/ Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Nunca podremos olvidar que cuando teníamos un tropezón, la persona que más queríamos nos frotaba con amorosa ternura al momento de pronunciar “sana, sana, colita de rana; si no sana hoy, sanará mañana”. El dolor, como por obra de magia, desaparecía. Pero eso sí, nos advertía, como premonición, que no siguiéramos con nuevas tropelías. Aconsejaba a la vez, que por las malas amistades podríamos incurrir en el mismo error. Nos recordaba que caer y volver a levantarte, fracasar y volver a comenzar, seguir un camino y tener que torcerlo, encontrar el dolor y tener que afrontarlo, no se llama adversidad, sino sabiduría. No tomarlo en cuenta, torpeza. Le acaba de suceder así al Zúñiga y Miranda de nuestros tiempos por segunda ocasión. Perdió, ni duda cabe desde el primero de julio. Se lo refrendan cuando a su adversario ya levantaron la mano quienes representan la voluntad del pueblo mexicano: De cincuenta millones de votantes, treinta y cinco millones no votaron por el representante de la izquierda. El Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial de la Federación, al desechar toda impugnación, por improcedente, declaró Presidente Electo en la República Mexicana al candidato del tricolor, quien de inmediato extendió su mano y pidió dejar atrás las diferencias y unidad para ser una potencia emergente. No tenemos duda que abre un nuevo camino para todos, no solamente para los que triunfaron. Veamos si nuestro joven jerarca, tiene 46 años, cumple con los deseos de todos los que vivimos en este aún hermoso país. No lo descalifiquemos de antemano. Démosle la oportunidad de demostrar que quiere, que sus ojos miran, que sus oídos oyen, que su cerebro funciona, que sus manos trabajan, que su sensibilidad siente y su corazón ama. Que tiene el poder humano y la experiencia para asimilar, como han ocurrido en estos dos meses, días radiantes, días felices y días tristes; días de soledad y días de compañía.
“Juntos todos, por encima de nuestras diferencias, hagamos realidad la gran hazaña, la de transformar a México”, dijo en sus once minutos de parlamento al recibir su título presidencial. Es claro que todos amamos a México y buscamos que sea un país mejor a pesar de que haya divergencias en los proyectos de nación. La contienda, si puede llamársele así a la elección, ya terminó, pese a que todavía haya alguien que afirme, “el voto no fue ni limpio, ni libre, ni auténtico, y que no habrá de reconocerlo”. Peor para él o para aquellos que aún lo siguen con los ojos cerrados. A estos habremos de recordarles que los besos no son contratos, los regalos no son promesas. Uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos. Uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, no en el ayer, ni en el mañana. Con el tiempo se darán cuenta que estar al lado de una persona solo por acompañar su soledad, irremediablemente acabará por no volver a verla. Sana, sana, colita de rana…Y otra cosa mariposa.